25 de mayo de 2013

La importancia de la tecnología en la guerra

La guerra no es una ciencia, es un arte. Esto es así por que en la guerra no hay una serie de elementos o reglas que al cumplirlos puedan garantizar un resultado específico, más bien depende en gran medida del genio y el espíritu humano, la improvisación y la fortuna, todas ellas cosas fuera del alcance de cualquier disciplina. Sin embargo, si es cierto que las probabilidades de alcanzar la victoria, se verán dramáticamente aumentadas si cualquier líder, nación o estado mayor, siguen una serie de conductas, que también un poco por sentido común, son tendentes a perfeccionar a sus propias fuerzas y a protegerlas frente a posibles amenazas. Es aquí donde el papel de la tecnología se revela esencial, y un breve repaso a  través de los siglos, aunque muy fugaz, nos puede convencer de ello y quizá también servirnos de inspiración o de fuente de creatividad.

Si nos remontamos ya incluso al neolítico, vemos a los seres humanos competir y luchar por lo de siempre: recursos, territorios y poder. Normalmente vence quien ha aprendido a combatir mejor, ora sea con unos mazos de madera más grandes, o desarrollando el uso de utensilios algo más complejos como rudimentarios arcos y flechas con punta de piedra.

Pese a todo, nunca debemos perder de vista que siempre, y digo siempre, cada vez que se crean medidas se desarrollan contra medidas. Esto significa que si alguien nos ataca con un arma nueva, enseguida vamos a aprender a defendernos de ella. Es así como nacieron las primeras ciudades amuralladas. Una de las más antiguas de que se tiene constancia es de la ciudad de Jericó, en el actual Isrrael, que ya estaba cercada por unas relativamente altos muros de adobe unos 5000 años antes de Jesucristo.

Poco después aparece la metalurgia y revoluciona la industria militar. Ahora los guerreros llevan armas mucho más peligrosas y capaces de generar unas tasas de mortandad enormes. Empieza aquí la primera carrera armamentística de la historia, puesto que la ventaja la van a tener, aquellos que consigan poseer armas de un metal mejor y más sofisticado. Un buen ejemplo de ello son las invasiones de los Dorios sobre la antigua Grecia : Cuando los griegos de Agamenón, Aquiles y Ulises se fueron a conquistar Troya y a recuperar a la hermosa Helena, todos ellos iban pertrechados con armas y armaduras de bronce (de ahí lo de edad del bronce), que era el mejor metal de que en ese momento y en ese lugar, podían disponer y que al parecer no les debió de dar malos resultados, por que Troya acabó muy mal. Sin embargo al volver a casa después de muchas aventuras, se encontraron con que les estaban invadiendo un puñado de arapientos salvajes, que aunque feos y barbudos, provenían del norte de Europa, donde ya se había popularizado el uso del hierro, mucho más abundante y resistente que el bronce y con el cual forjaban terribles espadas y hachas, frente a las que los pobres griegos homéricos (los famosos aqueos melenudos) nada pudieron hacer salvo encerrarse en el Ática y observar como sucumbía la civilización micénica.


Más o menos, por la misma época, cualquier ejército que aspirase a triunfar necesitaba del uso o la creación de algún arma o tecnología singular que les brindase la victoria. Vemos a la tribu de los hicsos invadir Egipto hacia el 1600 a.C. y vencer sin ningún problema a los faraones, gracias a la invención de la rueda y su aplicación a los carros de guerra que permitían a los hombres subidos a ellos lanzar piedras y flechas a sus enemigos y aterrorizarlos con veloces movimientos.

Si ahora avanzamos unos mil años, nos encontraremos con que los griegos clásicos, los de Atenas y Esparta, se han convertido en los mejores soldados del mundo, no solo por su disciplina y su fiereza, sino por el auge de la tecnología. En Atenas, la fabricación de barcos era toda un ciencia y crearon auténticas fortalezas flotantes con las que tuvieron primero al Egeo y luego a todo el mediterraneo oriental en un puño. Los espartanos por su parte perfeccionaron la defensa recubriendo al soldado con una armadura pesada que dejaba muy pocos resquicios y haciendole portador de un escudo enorme, de un metro de diámetro llamado "hoplos" (de ahí hoplita). Naturalmente con esas moles en campo abierto, un ataque frontal resultaba nefasto, y por eso vemos a los persas ser masacrados en las Termópilas, pues a parte del valor y la virtud espartana, también tuvo mucho que ver el que los persas iban armados con pequeños escudos de mimbre y a menudo, sin ningún tipo de coraza o con poco más que un taparrabos.

Con estas tropas y naves, tan magníficamente equipadas, es normal que Filipo y su hijo Alejandro, soñaran un día con conquistar el mundo entero. Por ello, el absolutamente genial Filipo, Rey de macedonia, se procuró de poseer algo que todavía le faltaba; máquinas de asedio, por lo que abrió una especie de taller, repleto de ingenieros y los puso a fabricar mortíferos inventos como la catapulta de torsión o un sin fin de balistas y arietes capaces de tomar en poco tiempo cualquier ciudad, por muy bien defendida que estuviese.
Ni que decir tiene que imperio persa se deshizo como la mantequilla ante la embestida de Alejandro, que solamente tuvo que hacer uso del ejército que su padre le había dejado para alcanzar un gloria inmortal.

Tanto romanos como cartagineses, siguieron los progresos de los griegos y de Filipo con vivo interés, y una vez bien copiado y aprendido, comenzaron a matarse entre ellos en las guerras púnicas. No resulta difícil deducir, que a la victoria romana contribuyó poderosamente el hecho de que estos, aun sin experiencia y tradición naval, equiparon a sus trirremes con una especie de ganchos con lo que hundieron muchos buques enemigos. Aníbal por su parte no se quedó corto e invento la "guerra bacteriológica"; ordenó a sus hombres que capturaran a todas las arañas, escorpiones y serpientes más venenosas, los metió en tinajas y se los lanzaba a los navíos romanos en alta mar... debió de ser algo muy desagradable para sus tripulantes sin duda.

Sin embargo roma prevaleció, y durante siglos y siglos fue la luz que alumbro al mundo. La tecnología armamentística alcanzo ya su cumbre, pues las legiones de Roma lo tenían todo a su alcance; una armadura muy compleja y flexible, la lorica segmentata, espadas de toda clase, y unas armas de asedio que habría hecho rabiar a los griegos de arquímides. Julio César llegó vio y venció a los galos, gracias no solo a su inigualable pericia como general, sino también gracias a la superioridad militar de sus tropas. Según nos relata Amiano Marcelino, al emperador Valentinano de encantaba pasar sus ratos libre diseñando nuevas armas de todo tipo, y a los muros de piedra calcárea romana no hubo quien los expugnara durante 400 años.

A los chinos tampoco les fue mal ya que lo han inventado casi todo, el papel, la pólvora, algunos dicen también que la rueda. El emperador Huangdi tuvo al mejor ejército del mundo unos 200 años antes de Cristo. En Asia la fabricación de espadas y la investigación del metal no tuvo límites. Los japoneses empezaron a templar el acero con carbono y a forjar Katanas, y la mayoría de esos conocimientos llegaron posteriormente a Europa a través de la ruta de la seda.

Ya de vuelta en Europa vemos que no en vano se dice que la Edad Media supuso un retroceso de 1000 años, puesto que toda la ciencia de la antigüedad clásica se perdió y no es hasta el siglo XIII donde con la introducción de la pólvora, se vuelve a revolucionar la industria bélica y donde podemos ver hasta a Leonardo Da Vinci fabricando armas. Constantinopla lo supo muy bien, cuando se encontró frente a sus murallas a la artillería turca que puso punto y final a su milenario imperio.

De hecho por una vez en la historia, los españoles tomamos la iniciativa, y los Reyes Católicos, tras aprender del ejemplo turco, inmediatamente modernizaron sus tropas e invirtieron en la compra y fabricación de todo tipo de pistolas, arcabuces y mosquetes, que acompañados de unos pocos caballos y de acero toledano, lo convirtieron en el mejor ejército de Europa, tras lo cual, tomaron Granada y marcharon hacia América construyendo el imperio donde nunca se pondría el sol, el primer imperio que sería realmente global.

Lo triste es que los ingleses y franceses no se iban a quedar quietos por mucho tiempo. Al seboso e inteligente Enrique VIII, se le ocurrió la idea de meter cañones en sus buques, algo que hasta entonces no se había hecho nunca y funcionó. En poco más de 100 años, la royal navy, ya había dejado de lado la piratería para convertirse en una superpotencia naval hasta el siglo XX. Por su parte los franceses aprovecharon bien las enseñanzas de Vauban (célebre ingeniero y arquitecto de Luis XIV), y sembraron su territorio de una serie de fortalezas que disuadieron a cualquiera de querer enemistarse con el rey francés.

A su vez Napoleón supuso la culminación del correcto empleo la tecnología al servicio de la guerra. Antes de emprender ninguna campaña, como buen artillero que era, procuraba que sus fuerzas contaran con lo mejor y lo último de armas y equipamiento, y si precisamente fue derrotado, fue también en parte por el hecho de que no contó con ninguna innovación que le diese la primicia y que le hubiese permitido retomar la iniciativa. Es importante resaltar que este hecho sí fue percibido por los Prusianos, en particular por el mariscal Von Moltke, un auténtico genio. Gracias a él se pudo llevar a cabo la unificación alemana, con la que humilló a austriacos y franceses, importando una nueva arma recientemente surgida en Estado Unidos : la ametralladora.

A partir de aquí entramos en una nueva era. Es la era de la ciencia y del progreso, de la industria. Ahora las guerras se van a cobrar tributos de millones y millones de vidas. Antes las guerras se libraban entre dos ejércitos en tal o cual llanura y el vencedor se apropiaba de los territorios del enemigo por derecho de conquista. Ahora la guerra se libra por tierra mar y aire y los objetivos militares son las ciudades. Las fábricas valen mucho más que los soldados y el poder destructivo de las nuevas armas es inimaginable.


Comienza a lo largo del siglo XX una feroz carrera armamentística y científica como nunca se ha visto, que culminará en la II guerra mundial y que perdura a través de la guerra fría y hasta la actualidad.

En la primera guerra mundial vemos por primera vez submarinos, tanques y aviones de combate, pero comparado con lo que veríamos 20 años después, la guerra estaba aun en pañales.

Los rusos sufrieron una derrota estrepitante a pesar de haber movilizado a 14 millones de hombres. 14 millones claro sin armas, sin alimento y sin logística. Los ingleses brillantemente desarrollaron unos primitivos tanques que eran poco más que una metralleta rodeada por 4 placas de acero y con dos ruedas, y aunque no entendieron bien el significado de lo que habían hecho, los alemanes observaron en silencio. Los aviones, que más bien era biplanos, se dedicaban puramente a labores de reconocimiento y algunas veces tiraban ladrillos a las trincheras enemigas o se enzarzaban en combates aéreos entre ellos con ametralladoras ligeras. Desde luego si Alemania perdió la guerra, fue por falta de recursos, no de tecnología. Carente de materias primas para su industria pesada, no pudo continuar luchando y se rindió en 1918 tras grandes éxitos y también fracasos.

Curiosamente es este hecho gracias al cual va a poder disfrutar de la gloria y la victoria que alcanzo después.Una de las condiciones del Tratado de Versalles, fue el casi completo desarme la antaño orgullosa Prusia. Cuando los nazis llegaron al poder, una de las primeras cosas que hicieron fue rearmar completamente al país, y tuvieron que hacerlo desde el principio, pues con las restricciones de Versalles, Alemania carecía de ejército. Pese a todas las cosas terribles de los nazis, ellos siempre fueron grandes mecenas científicos. En la década de los 30, casi cualquiera que tuviera un buen proyecto o una buena idea, podía encontrar dinero para financiarse, lo malo es que luego los nazis se apropiaban de las patentes y las destinaban a usos nada pacíficos. Por esta época llegaron a vivir en el III Reich, más de la mitad de los premios nóbeles mundiales, y solo tenemos que ver el caso de Wernher Von Braun (padre de los cohetes espaciales), para darnos cuenta de lo adelantados que estaban.

Pero fue gracias a un hombre, Heinz Guderian, que nacieron las fuerzas blindadas alemanas o divisiones Panzer y se creó el concepto de Blitskrieg o guerra relámpago. Guderian, militar de alto rango, tomo los arcaicos diseños ingleses y los perfeccionó. Equipó a las máquinas con cañones ligeros y con un motor potente y cadenas para que pudieran desenvolverse en cualquier terreno con rapidez. También teorizó con éxito sobre su uso. Las formaciones blindadas tenían por objetivo rodear al enemigo en grandes bolsas y destruirlo desde todos los flancos, aprovechándose de la velocidad de las unidades mecanizadas que a su vez cortaban cualquier vía de retirada o de ayuda. Con este poder a su servicio y complementado con una nueva era de aviones, los bombarderos en picado o Stukas, el rearmado ejército alemán formado ahora por 9 millones de hombres, ya estaba listo para someter a Europa, cosa que logró en apenas 3 años.

Como dijo un antiguo profesor mio de historia: "mientras los ingleses y franceses todavía estaban anclados en conceptos y armamentos de la primera guerra mundial, el ejército alemán estaba reluciente".

En oriente Japón hizo lo propio y totalmente industrializado tras un milagro económico que les llevó 50 años(la era del emperador Meiji), sometió a chinos y coreanos bajo un yugo implacable y desarrolló un plan llamado Plan Tanaka, por el que se proponían conquistar el mundo entero en 3 fases; primero china, luego toda Asia, y después el resto, especialmente EE.UU.

Pese a todos los inmensisimos avances científicos, el eje perdió, y perdió básicamente por que por un lado los ingleses desarrollaron el caza Spitfire que derrotó a la Luftwaffe, por otro los rusos emplearon masivamente el mejor carro de comabate de toda la segunda guerra mundial y probablemente de toda la historia; el T-34, que con un blindaje inclinado de un gran grosor y un cañón de casi 80mm pudo hacer frente a los nazis por tierra y llegar hasta Berlín. Por último, asistimos al nacimiento de una nueva gran potencia; Los Estados Unidos, que con la bomba atómica en su haber, y siendo ahora los dueños de las nuevas grandes mentes, diseño el mayor y más preparado ejército nunca visto, capaz de vencer a japoneses y alemanes, y que respaldados por su enorme economía e industria sin parangón, fueron capaces de superponerse en la guerra fría a los rusos, y conservar la innovación y la iniciativa que como hemos visto son las que en verdad pueden dar la victoria.

Quien sabe lo que ocurrirá en un futuro, pero lo que es seguro, es que el teatro de operaciones se va a trasladar al espacio, donde los recursos pueden ser al igual que las oportunidades: ilimitadas.
Por ello, si la humanidad sigue viviendo con sus absurdas divisiones tribales y empeñada en progresar innecesariamente a costa de otras personas, serán aquellos pioneros en la ingeniería aeroespacial y en la física, los que van a poder erigirse como los señores del manaña.

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