28 de noviembre de 2013

La vida de Aquiles

"Canta oh diosa, la cólera del pelida Aquiles, cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos"...

Con estas palabras no solo comienza la Iliada de Homero, sino toda la cultura occidental. Aquiles fue por un lado el más famoso y distinguido de todos los héroes griegos y a su vez representaba algo mucho mayor; el arquetipo del espíritu del hombre griego, con todos su vicios y sus virtudes llevadas a su máximo exponente.Y algo que significaba tanto para la cultura griega quiere decir que significa mucho también para la nuestra, y por ende tenemos el deber de conocer y conservar la memoria del mayor guerrero que según parece anduvo por la tierra.

Robert Graves lanzó una acusación severa a sus contemporáneos diciendo que no se puede ser una persona realmente culta sin conocer en profundidad la mitología griega. No podemos estar más de acuerdo, y por ello he decidido iluminar un poco a los curiosos, pues la gran mayoría de la gente, solamente conocen unos mínimos datos de este archifamoso personaje y el resto tienen una idea errónea y sesgada por el cine o las novelas, que son estupendas para entretener pero de las que nunca nos hemos de fiar.

Aquiles era hijo de Peleo. Peleo era el rey de los mirmidones y en su juventud fue uno de los argonautas que partieron con Jasón a buscar el vellocino de oro. De esta aventura se trajo mucha fama y riquezas a casa, donde su siguiente objetivo fue formar una familia. Para ello necesitaba en primer lugar una esposa y no una cualquiera, pues Peleo se había enamorado de una ninfa, es decir una diosa inmortal, y eso la hacía una mujer difícil de conquistar. Tras mucho esfuerzo lo consiguió, y tras violarla, la desposó (en la mitología griega la violación es algo de lo más normal y raro es el que no la practica).

A la boda entre Tetis y Peleo acudieron todos los reyes y príncipes de Grecia así como los propios dioses olimpicos, y la celebración fue uno de los momentos más felices que encontramos en unos mitos repletos de tragedia y drama. Sin embargo, ni siquiera ahora se puede librar uno del destino, pues fue durante el banquete de bodas cuando la diosa de la discordia Eris, molesta por no haber sido invitada, lanzó sobre la mesa una manzana de oro "para la más bella", título que las 3 diosas más poderosas (Hera, Atenea y Afrodita) se diputaban, lo que a la postre será la ruina de Troya, pues Paris, hijo del rey Priamo, juzgó que era Afrodita la más hermosa y su premio fue la hermosa Helena.

Al poco tiempo nació Aquiles, semidios al igual que la mayoría de los héroes de la época, pero con un destino mucho mayor, pues a su madre le había sido profetizado que Aquiles tendría que elegir entre disfrutar de una vida larga y feliz pero carente de importancia o una vida efímera pero intensa, cuya gloria sería inmensa. Realmente si nos ponemos a pensarlo muy en profundidad y con la debida calma, descubriremos que de algún modo todos tenemos que tomar esa elección metafórica en algún momento de nuestra vida. Asustada, Tetis sumergió a su hijo en la laguna estigia, lo que hacía invulnerable su cuerpo a las heridas, pero al sumergirlo lo sujetó por el talón, con lo que esta parte quedó desprotegida.

Unos años después, el joven niño ya destacaba por lo impulsivo de su carácter y su valor a toda prueba, y por ello su padre lo envió a ser educado por el sabio centauro Quirón, que le enseño todas las cosas que un príncipe debía de saber y por supuesto lo instruyó en el ejercicio de las armas, que era sin duda para lo que quien se convirtió en su alumno favorito estaba más dotado.

Al volver a casa se encontró con que Ulises y compañía preguntaban por él para hacerlo embarcar hacia Troya, pero su madre se oponía a que participara en esta expedición pues conocía cual funesto sería para Aquiles, por lo que se lo llevó a la corte del rey Licomedes y allí lo escondió vestido de mujer. Sin embargo Ulises que por encima de todo era muy astuto lo descubrió y le convenció de acompañarles, aunque no sin algunas reticencias pues acababa de tener un hijo con una de las hijas de Licomedes al que llamó Neptólemo y que sería su único descendiente.

Así pues partieron todos juntos, aunque Aquiles disfrutaba sobre todo de la compañía de su amigo de la infancia Patroclo, al que conoció durante su estancia con Quirón y por el que sentía un un amor apasionado. Para los griegos las mujeres eran un mal, hermoso pero un mal, y su función era la de procrear hijos. Los hombres que se enamoraban de las mujeres estaban cometiendo una especie de vicio sobre el que pesaba algún castigo como le sucedió a Paris con Helena, pues el verdadero y puro amor solo podía existir entre hombres, entre iguales.

Al arrivar a Troya, se dedicaron durante 9 años a matar y saquear sin miramientos. Aquiles era el guerrero más temido de entre los griegos, pues era tremendamente fuerte y veloz, a la vez que amado por los dioses y cuyo ímpetu en la batalla nadie contenía. Era también un hombre de una belleza incomparable pero despiadado que mató a muchos enemigos con gran facilidad y a los que humilló de múltiples maneras. A su vez violó sin escrúpulos a varias mujeres e incluso practicó la necrofilia con el cadáver de una jefa amazona.

Pese a todo, y ya casi al final encontró su corazoncito en Políxena, una de las hijas del rey de Troya Priamo y hermana de Hector y Paris, sus mayores enemigos y defensores de la ciudad. Pese a los inconvenientes de la situación, comenzó a negociar con Príamo su matrimonio con Políxena (lo que nos hace dudar de su lealtad hacia los griegos y en especial hacia Agamenón) a cambio de pasarse al otro bando y socorrer a los troyanos en la guerra, y aunque eventos posteriores lo hicieron imposible, permaneció enamorado de ella hasta después de muerto.

El hecho que marcó un punto de inflexión en los acontecimientos fue el conflicto que tuvo con el comandante de los griegos, el rey de Micenas Agamenón. Éste le había injuriado al quedarse con una esclava que correspondía a Aquiles. Naturalmente la respuesta no se hizo esperar pues Aquiles era un hombre valeroso pero muy apasionado y el ataque de ira que tuvo fue algo desproporcionado. De este modo se negó a volver a luchar por los griegos hasta que su honor hubiese sido redimido, lo que supuso que esto sufriesen una derrota tras otra a manos de los troyanos eficazmente liderados por el príncipe Hector.

Tras algunos meses los griegos estaban desesperados y Agamenón imploraba perdón, pero Aquiles era orgulloso y no fue hasta que vio caer a su amado Patroclo que se reconcilió con los griegos y decidió retornar a la batalla con una furia desconocida hasta entonces y que incluso haría temer a los mismo dioses.

Lo primero que hizo fue vengar a su amigo muerto y por el que lloró amargamente matando a su verdugo, Héctor. Después de darle muerte humilló su cadáver paseándolo por ahí en su carro y dejándolo a la intemperie para que perros y buitres se diesen un festín, lo que para un noble griego era un sacrilegio atroz. Para recuperar el cuerpo y darle el entierro apropiado, tuvo el rey Priamo que ir hasta su tienda y rogárselo efusivamente a la vez que le ofreció numerosos presentes, lo que Aquiles aceptó.

Fue el combate con Héctor lo que selló su destino, pues no solo le proporcionaría toda la gloria que se puede alcanzar en vida, sino que le trajo el respeto de sus amigos y el odio de sus enemigos, en especial de Paris, hermano del pobre Héctor y que estaba llenó de resentimiento hacia Aquiles.

Al poco tiempo tuvo su oportunidad de matarlo, pues el dios Apolo que también lo odiaba por haber saqueado su templo, le dió a Paris su propio arco y unas flechas que jamás fallaban y el destino hizo el resto. Las flechas de Paris fueron a dieron a Aquiles en el talón que lleva su nombre y que era el único punto en el que era vulnerable. Murió y fue incinerado y llorado. Su pérdida fue un revés tremendo para el ejército griego, que jamás hubiese podido tomar Troya sin la ayuda del adolescente hijo de Aquiles Neptólemo, que acudió a vengar a su difunto padre y que fue determinante para la victoria griega.

Pese a todo, y una vez saqueada la ciudad, el fantasma de Aquiles no estaba conforme y demandó que se sacrificara a la hermosa Políxena para que pudiera tenerla con él, por lo que la pobre chica fue quemada viva y Aquiles no volvió a aparecerse dejando a los griegos en paz y a su hijo heredero de gran renombre.

Cuenta la leyenda que en el más allá, Aquiles y Helena de Troya se casaron y aun viven juntos, siendo venerados por ser los más hermosos y los mejores de entre todos los seres que existen o existirán, como el ideal de la perfeccíon.

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26 de noviembre de 2013

Los diez mejores ejércitos de la historia

Vamos a clasificar a los mejores y más poderosos ejércitos de todos los tiempos. En primer lugar voy a hacer unas precisiones; los criterios de valoración que he utilizado son criterios objetivos, basados principalmente en la importancia de sus victorias, la tecnología, la capacidad de los mandos o la preparación y lealtad de las tropas y sobre todo en la impronta que dejaron a la posteridad, es decir cuanto y como cambiaron el mundo (por supuesto no hago referencia aquí a los grandes crímenes que cometieron siendo esta otra cuestión). Sin embargo, esto no quiere decir que la clasificación que voy a dar sea objetiva sino más bien todo lo contrario.

Esta es solo mi opinión, que naturalmente me parece muy bien fundamentada. A su vez debo decir, que en la siguiente lista he abarcado todos los periodos, desde la edad de los metales hasta la segunda guerra mundial, pero no he querido entrar a valorar los últimos 50 años, pues desde el comienzo de la era atómica resulta difícil encontrar oportunidades de analizar guerras simétricas que nos den datos sobre la operatividad real de las distintas fuerzas armadas. También me parece un poco pronto para analizar el verdadero papel del ejército estadounidense, pues aun no se puede calibrar la importancia histórica que tendrá para el futuro aunque su poder abrume en el presente.

Así pues vamos a comenzar de menor a mayor para hacerlo más interesante:

10 - El ejército imperial japones: Desde los tiempos de Japón feudal con los famosos samurais, los japoneses han sobresalido como grandes guerreros, los mejores dirían algunos, de un valor a toda prueba y por cuyo honor dan fácilmente la vida, sin embargo hasta finales del siglo XIX actuaban más como soldados individuales o pequeños vasallos militares que como cuerpos de ejército compactos que bajo una bandera se dedicaran a empresas estratégicas o a grandes conquistas en vez de a una endémica serie de guerras civiles. Pero como hemos dicho, esta situación cambió con las reformas del emperador Meiji y con la creación del Estado japones moderno, que en plena carrera colonial, entreno y modernizó sus topas a la manera prusiana y conservó en herencia toda la tradición militar de los antiguos samurais.


Inmediatamente después y en un plazo récord de 30 años desde su creación, el nuevo ejército nacional japones se lanzó a la conquista de toda Asia, derrotando primero a China, (anexionándose Corea y Taiwan) después a la Rúsia zarista en 1905, y dándose a conocer al mundo como gran potencia al arrebatar a Alemania multitud de islas del pacífico tras la primera guerra mundial. Era un ejército tremendo, formado por unos 3 millones de hombres de una lealtad fanática a su patria y a su emperador.

También poseía un armamento de última generación y la industria militar japonesa se contaba entre las mejores del mundo. Sin embargo como sucede siempre que una sociedad evoluciona materialmente demasiado deprisa, la mentalidad no lo hace al mismo ritmo, lo que a larga se puede hacer fatal. Por otro lado las tácticas que empleaban eran brutales y retrógadas más propias de la edad media que del siglo XX, que aun hoy han sembrado odio y rencor por todas partes. Además Japón carecía de recursos naturales suficientes para respaldar sus ambiciones bélicas por lo que pese a la calidad de su infantería no estuvieron a la altura del duelo que le lanzáron al mundo y terminaron sufriendo la devastación nuclear que puso punto y final a su efímero imperio en 1945.

9 - La Royal Navy: Inglaterra es un país de grandes marinos, y el éxito de que el Imperio Británico disfrutó durante se siglos, se debió casi enteramente al poder de su armada. Fue Enrique VIII quien comprendió que Inglaterra solo podía ser defendida por mar y el primer monarca que empleó la artillería naval a la vez que se embarcó en un grandioso programa de diseño y construcción de la que anhelaba fuese la armada más poderosa de Europa, título que por entonces ostentaba orgullosa España. Es precisamente la decadencia del imperio español la que dejó un vacío en los mares que ingleses y holandeses se apresuraron a llenar tras lo que del pirateo, los ingleses comenzaron a interesarse también por la exploración.

No pasó mucho tiempo hasta que se dieron cuenta de la gran oportunidad de construir un imperio mundial y para poder vivir de el. Así comenzaron a establecer puertos y colonias en todas partes de forma que sus barcos pudieron circunnavegar el globo casi sin inconvenientes. Todo esto por supuesto requería la presencia permanente de una escuadra inmensa, lo suficientemente grande como para estar en todas partes, desde Hong Kong hasta Portsmouth, y asegurar el buen desarrollo del comercio. Los marineros ingleses comenzaban su vida militar desde niños y ya en la adolescencia conocían los océanos como la palma de su mano.

Sus barcos eran los mejores y más rápidos, lo que se pudo comprobar de primera mano en la batalla de Trafalgar. Ninguna armada enemiga salió victoriosa durante 200 años y el nombre de almirantes como Nélson aseguraron al imperio británico la supremacía naval hasta después de la segunda guerra mundial. Fue este último conflicto armado el que pudo finalmente con Gran Bretaña, que para resistir frente a la Alemania nazi tuvo que entregar a los Estados Unidos gran parte de sus puertos estratégicos de ultramar como contraprestación por la ayuda recibida y un gigante fue sustituido por otro.

8 - El ejército de Quin: Quin shi Huang fue el primer emperador de China, y durante toda su vida, su mayor objetivo fue conquistarlo todo bajo el cielo, cosa que hizo, y si pudo conseguirlo no fue precisamente repartiendo amor y besos sino por que dispuso de una herramienta excepcional : su fabuloso ejército. Este estaba compuesto por un millón de soldados profesionales, perfectamente equipados con armaduras de acero de una calidad desconocida en occidente, y respaldados por divisiones de temibles arqueros y ballesteros que hacían de matar una ciencia precisa.


Con estas fuerzas en liza, pudo derrotar con facilidad a los otros 6 reinos que por entonces componían la China antigua y que han quedado inmortalizados en forma de estatuas de terracota como custodia eterna de su emperador. Si es cierta la leyenda y resulta que se pudo llevar con sigo su ejército a la otra vida, es probable que el otro mundo haya sido también conquistado...

7 - Los hoplitas espartanos: Decía Indro Montanelli que la ciudad de Esparta no tenía un ejército, lo era. Su fama es universalmente conocida por haber consagrado toda su existencia a las armas. Fue Licurgo el estadista que ocho siglos antes de Jesucristo introdujo en Esparta las leyes por las que se instituía la agogé y que obligaba a todo espartano a dedicar el resto de su vida a servir a la patria. Por ella, desde los 7 años ingresaban el el ejército y eran sometidos a un entrenamiento tal, que muchos militares actuales comparan con el que reciben los boinas verdes y otras fuerzas especiales modernas. Ello forjaba a los mejores soldados de Grecia y del mundo. Estaban equipados con el hoplos o escudo con el que formaban en falange como una linea impenetrable.

También portaban una larga lanza e iban recubiertos de una armadura pesada que los hacía casi invulnerables a las armas arrojadizas. sin embargo prácticamente no contaban con caballería. Eran soldados absolutamente entregados a su causa y para los que morir en combate era el mayor de los honores y cuyos reyes eran todos veteranos combatientes. Los espartanos tuvieron que probar su valor primero sometiendo Laconia, después casi todo el Peloponeso y más tarde haciendo frente a los persas en la guerras médicas. El mayor conflicto en el que tomaron parte y que los iba a catapultar a la hegemonía, fue la Guerra del Peloponeso que los enfrentó al imperio ateniense y de la cual salieron victoriosos. Pese a este fugaz momento de gloria, el ejército espartano sufrió un descenso importante de efectivos y en 374 a.C. solo quedaban unos pocos cientos incapaces de defender todo lo que habían logrado. Fueron derrotados por los tebanos de Epaminondas y ya no volvieron a levantarse siendo incorporados al imperio romano un siglo más tarde.

6 - Los tercios españoles: Tras casi 8 siglos de guerra con los musulmanes, los Reyes Católicos disponían de las mejores tropas de Europa, curtidas en la batalla y que además incorporaron con éxito las armas de fuego a su equipamiento medieval. Su nieto, el emperador Carlos V ya no solo pretendía combatir a los infieles, sino que construyó el primer imperio global de la historia y el mayor que se había conocido desde los tiempos de Roma. Para mantener su hegemonía y combatir a turcos, ingleses y franceses reclutó soldados de todos los territorios de su imperio, pero principalmente se apoyó en los castellanos con los que formó el núcleo duro de lo que se llamó tercios.

Eran estos divisiones militares de unos 3000-5000 hombres, que se consideraban herederos de las antiguas legiones romanas y pusieron fin a casi mil años de supremacía de la caballería en el campo de batalla. Iban armados con unas largas picas muy parecidas a las sarisas que utilizaron los macedonios de Alejandro Magno y como apoyo contaban con compañías enteras de arcabuces y cañones.


La sola presencia de estas unidades causaba pavor y mantenía en paz los territorios donde estaban estacionados. Fue la guerra de Flandes la que los hizo famosos, ya que durante 30 años no pararon de causar derrotas a holandeses y franceses. Sin embargo, España tenía serios problemas financieros y no podía mantener a unos ejércitos tan caros, que a menudo pasaban largos periodos sin cobrar o les faltaban suministros de toda clase. A finales del siglo XVII estaban exhaustos y faltos de hombres. España ya había dejado de ser una gran potencia, pero aun se hizo necesario la alianza de 4 potencias europeas para derrotarla y licenciar a estos formidables soldados.

5 - Los jinetes mongoles: Cuando uno mira un mapa y ve la extensión que tuvo el Imperio mongol, no puede dejar de impresionarse. Más de un tercio del planeta obedecía las órdenes del Gran Khan, y esta hazaña a diferencia de muchas otras, no se llevó a cabo con medios políticos o económicos, ni fue un proceso lento y gradual en el tiempo. Fue guerra y solo guerra lo que llevó a los mongoles a dominar el mundo. Para esta conquista ante todo disponían de un líder sin parangón; Temujin llamado también Gengis Khan y después a la que probablemente fue la mejor caballería del mundo. Los jinetes mongoles al igual que sus antepasados hunos, vivían de los caballos, es más los veneraban.

Eran un pueblo tribal, nómada y turbulento y jamás tuvo conciencia de formar una nación en medio de la estepa, hasta que Gengis Khan los unificó por la fuerza. Su estilo de lucha era simple, velocidad y ferocidad. Iban armados con arcos y espadas curvas con las que atacaban países a la velocidad del rayo. No dejaban tiempo a sus enemigos civilizados para reaccionar o defenderse pues antes de que se dieran cuenta ya tenían encima a una horda de varios cientos de miles de mongoles. Estos no conocían la piedad, y les entusiasmaba coleccionar calaveras humanas y amontonarlas sobre las ruinas de lo que antes fueron prosperas ciudades.


Primero invadieron China, cobrándose la vida de unos 30 millones de personas. Después pasaron a ocupar toda la estepa siberiana y los reinos centro asiáticos de origen turco como el imperio jorezmio y el reino uzbeco. Más allá asolaron Persia y incluso su vanguardia alcanzó Hungría, donde al fin se detuvieron. Solo conocieron la derrota cuando en tiempos de Kubilai Khan fracasaron en su intento de invadir Japón y aun así esto de debió sobre todo a una tormenta y pese a todo su imperio se mantuvo por siglos. Todavía hoy los mongoles conservan la leyenda de que el gran Khan volverá una vez más a guiarlos de nuevo hacía la gloria.

4 - La falange macedonia: Uno puede dar la vuelta al mundo y en cualquier lugar la gente conocerá el nombre de Alejandro Magno. Desde su muerte, todo general ha soñado en su corazón con repetir sus gestas. Pero como le dijo su amigo Clito, las victorias de Alejandro no las había conseguido el solo, sino que se debían a todos los hombres que le habían apoyado empezando por su padre Filipo. Fue él, el artífice de la unión de macedonia con Grecia, y quien le dio a su hijo la oportunidad de destruir el imperio persa. esta oportunidad radicaba en sus soldados, toscos pastores macedonios convertidos en espléndidos guerreros.

Estaban armados al modo hoplita, pero sin los grandes escudos, lo que los hacía una infantería mucho más móvil y eran portadores la largas lanzas de roble de unos 5 metros de largo llamadas sarisas con los que creaban una muralla impenetrable como si fuera un erizo. En las alas, contaban con grandes formaciones de caballería ligera y en vanguardia con unidades de peltastas y arqueros de corto alcance.

Estas tropas eran absolutamente leales a Alejandro, al principio al menos, y eran dirigidas por uno de los mejores generalatos de la historia de la humanidad. Hombres del fuste de Tolomeo, de Crátero,Pérdicas o Antigono, los luego llamados diadocos, eran generales profesionales y que siempre estaban en primera linea, compartiendo con sus hombres los horrores de la batalla. Eran hombres muy capaces que contribuyeron no poco a aplacar las ansias inconscientes de su rey. Primero derrotaton al rey persa Dario en la batalla de Issos, a lo que siguió la conquista de Fenicia y Egipto. Los macedonios eran a su vez expertos en la guerra de asedio e idearon todo tipo de máquinas diabólicas para asaltar ciudades (los romanos luego aprendieron mucho de ellos).

Tras la definitiva batalla de Gaugamenla, el imperio persa aqueménida cayó derrotado y así la gran aventura de Alejandro llegó hasta la India, donde se detuvo ante los motines que los soldados realizaban ansiosos por volver a su tierra. La muerte de Alejandro en 323a.C. llevó a la división de su imperio entre sus generales y el otrora glorioso ejército macedonio, pasó a luchar contra si mismo en una serie de guerras civiles que lo hicieron desaparecer por completo.

3 - La grande armée de Napoleón : Como estamos viendo, detrás de cada gran conquistador hay un gran ejército y al menos Napoleón tuvo el detalle de darle este título al suyo. Fue sin duda su genio militar y sus amplisimos conocimientos en armas y técnicas modernas, lo que convirtió al inexperto ejército de la recién creada república en una apisonadora capaz de dominar Europa.

En su momento de máximo esplendor, las fuerzas del emperador contaban a casi un millón de hombres entre sus filas, número desproporcionado para los estándares de la época. Los éxitos espectaculares que este ejército cosecho, se debieron en gran parte a la nueva plana de oficiales, que antes de la revolución solo podían ser de origen noble y que tras ella, (como el mismo Napoleón fue) quedaba abierta a los plebeyos, dando mayor importancia a los méritos y al talento que al nacimiento, algo que en el resto del continente no sucedió. Famosos son los nombres de los 26 mariscales de Napoleón que siempre bajo su mando contribuyeron no poco a sus victorias. Aunque el ejército imperial francés no incorporó ninguna nueva innovación tecnológica, estaba perfectamente equipado y tras unas serie de campañas en Italia y Austria gozaba de una gran experiencia y de una confianza ciega en su líder.


El punto débil de este engranaje casi perfecto, fue la carencia de una flota (destruida en Trafalgar) y pese a todo, permanecieron invictos en el campo de batalla. Fue la naturaleza la que quebrantó su buena suerte y sello su destino, haciendo cierta la máxima de que Rusia se traga a los hombres. En la derrota final de Waterloo, los hombres con que antaño contaba el ambicioso Napoleón estaban ya a dos metros bajo el suelo y sus reemplazos no eran ni de cerca de la misma calidad y preparación.

2 - La wehrmacht: Acercándonos al final, tenemos en segundo lugar al poderoso ejército del III Reich. No es casualidad que la Alemania nazi disfrutase de una superioridad militar tan abrumadora, pues por culpa del Tratado de Versalles, se prohibió a Alemania el contar con unas fuerzas armadas dignas de ese nombre. Por ello tras la llegada de los nazis al poder, la primera cosa que hicieron fue consagrarse en cuerpo y alma a la creación de un ejército de último modelo que incluyese todos los avances de la época, apostando fuertemente por los tanques, los submarinos y los aviones mientras los demás países se quedaban anticuados.

Durante la segunda guerra mundial más de diez millones de hombres asolaron a prácticamente toda la Europa continental  y el norte de África, gracias a la Blitskrieg o guerra relámpago. Esta consistía en envolver y destruir a los ejércitos enemigos en campaña antes que en centrarse en otros objetivos estratégicos como la toma de ciudades. Para lograr estas complicadas mani

obras se necesitaban grandes divisiones de carros de combate apoyados por contingentes de infantería mecanizada y un techo aéreo contundente, por no hablar de la tremenda capacidad que los generales tenían que realizar y puedo afirmar casi sin temor a equivocarme, que el generalato alemán de este momento fue el mejor de toda la historia. Hombres como Erwin Rommel, Von Manstein, Von Bock, o Heinz Guderian eran genios militares herederos de una larga tradición prusiana, admirados y temidos por sus enemigos y que fueron los cerebros detrás de todas las victorias.

El soldado alemán contaba a parte de con el fanatismo nazi, con el mejor equipamiento y una operatividad tremenda sobre cualquier terreno. Pero pese a sus muchas ventajas no era un ejército perfecto pues su logística estaba anticuada y todavía dependía esencialmente de los caballos para transportar materiales y cañones, lo que ralentizaba mucho el avance y una carencia de recursos naturales y de combustible que hacía peligrar toda su estructura. Fue sin embargo la mala cabeza de Hitler para los asuntos bélicos lo que empujó a la wehrmacht a estirarse más allá de sus fuerzas y a contender en una guerra que no se podía ganar, y pese a todo mantuvo el tipo y peleó hasta el final triplicando el número de bajas enemigas por cada una propia.

1 - El ejército alto imperial romano: Llegamos al final, al número 1, este es el mejor y más poderoso ejército de la historia, pero cuidado, el ejército romano es una institución tan larga como su historia y durante 1000 años sufrió muchos cambios, por lo que nos referimos al momento de mayor esplendor del Imperio Romano, el Alto imperio, época que abarca unos 200 años, desde Augusto a Marco Aurelio y que refleja la imagen de aquel soldado clásico que avanza en formación tortuga y porta un gran escudo rectangular. En este momento el ejército lo componen unos 500.000 hombres, desplegados a lo largo de 3 contienetes. Estos hombres eran todos voluntarios y profesionales, que tras un largo periodo de riguroso entrenamiento, contraían la obligación de servir durante 25 años.

Los romanos disponían de toda la tecnología de la antigüedad clásica, tanto por tierra como por mar y la emplearon para equipar a sus soldados con uniformes completos que incluían, una armadura pesada pero flexible, la lorica, la lanza romana o pilum, una espada corta llamada gladius, y a parte del casco, el escudo y las caligas o sandalias. El estado pagaba un salario regular de unos 200 euros a cada soldado y bastante más a los centuriones y tribunos de cada unidad. Fue la organización, la que proporcionó a los romanos sus mayores logros, pues su estructura en legiones, cohortes, manípulos y centurias les permitía una gran movilidad en el campo de batalla, por no hablar de su legendaria disciplina.

El soldado romano conocía perfectamente todos los toques de trompeta y señales visuales de ataque y retirada frente a los que reaccionaba al instante, siempre en formación cerrada, combatiendo con la máxima profesionalidad. También fueron maestros de la guerra de asedio, lo que se hace palpable tras la toma de todas las ciudades las ciudades del mundo, y fortalezas consideradas inexpugnables como la de Masada, que Vespasiano redujo a cenizas. Los generales romanos no eran profesionales, sino senadores o equites que ejercían el mando de una provincia o una legión durante un tiempo limitado, pues los emperadores temían que estos se alzasen e intentaran derrocarlos, lo que a larga supuso un perpetuo estado de guerra civil y llevó al imperio al colapso y al fin.


Pese a todo los romanos tampoco eran invencibles, pues el espacios cerrados eran vulnerables como sucedió en los bosques de Teutoburgo, donde treinta mil hombres perdieron la vida. Quizá dependían demasiado de batallas abiertas y enemigos organizados, pues frente a los guerrilleros germánicos o pictos se mostraron menos eficaces. Creo sinceramente que la mejor prueba de la calidad de este ejército es el simple hecho de que fueron capaces de mantener seguro y unido durante siglos al mayor imperio de todos los tiempos, una labor titanica.


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24 de noviembre de 2013

La primera guerra mundial

Para los curiosos, el estudio de la primera guerra mundial puede parecer como un tesoro escondido, cuando la descubres, te das cuenta de la cantidad de cosas increíbles que se pueden aprender y que sobre todo no debemos olvidar. En comparación con la segunda, esta primera gran guerra todavía estaba en pañales, la mayoría de técnicas y armamento eran aun decimonónicos, sin embargo, durante los cuatro años largos que duro la guerra, se produjo un cambio muy hondo en la gente y sobre todo en las ideas.


Es imposible poder comprender la historia del siglo XX sin empezar desde el principio, y este se escribió en las trincheras, de donde unos años después surgirían todos los líderes que después configurarían un nuevo mundo que nos han legado, y que nunca olvidaron las lecciones amargamente aprendidas entre fango y sangre. Por ello presento aquí un amplio reportaje sobre este trascendental y global conflicto armado que seguro no dejará a nadie indiferente. En total son 10 capítulos de una hora cada uno que nos relatan la guerra desde todos los frentes con sus motivaciones y consecuencias, siendo el último especialmente un emotivo epitafio para todas aquellas personas que dieron su vida por la grandeza de su nación.

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9 de noviembre de 2013

La frontera romana, el limes, por Indro Montanelli

Indro Montanelli tenía un don, el de la palabra, sobre todo el de la palabra escrita. Nadie como él es capaz de transmitir los hechos y las ideas con tanta claridad y maestría. De su libro "Historia de la Edad Media" he extraído un fragmento sobre cómo se organizaban las fronteras del imperio romano. Aunque yo hubiese intentado hablar sobre lo mismo, me parece que no se puede hacer mejor, así que sencillamente lo reproduzco. Es muy revelador tanto lo que se nos cuenta, como los conceptos que si leemos con cuidado podemos ver entrelineas y quizá alguna reflexión apta para cualquier sociedad humana de cualquier época :

"Para dar una unidad defensiva a su imperio, Augusto fue a la búsqueda de las llamadas «fronteras naturales», y las encontró sobre todo en tres grandes ríos: el Eufrates, el Danubio y el Rin. No obstante, en los puntos en que hubo que atravesarlos para asegurar y defender alguna zona en la orilla opuesta, se había construido un limes, es decir, un confín fortificado. Basta considerar la extensión de aquel imperio euro-asiático-africano, para darse cuenta de que debía de tratarse de una obra gigantesca; y de hecho no la
decidió ni realizó un solo hombre, ni dos o tres, sino que fue el resultado del trabajo de muchas generaciones, y nunca fue llevada a cabo por completo debido a que de vez en cuando, por exigencias de las guerras o razones de seguridad, el limes tenía que trasladarse y había que comenzar todo de nuevo.

Debido que no había nacido de un «plan» del estado mayor, sino de las necesidades tácticas y estratégicas de las diversas guarniciones, no era igual en todas partes, pero seguía ciertos criterios fundamentales: ante todo, existían avanzadillas, provistas de fosos, de bastiones de tierra apelmazada, de empalizadas y de torrecillas de observación. Surgían después los campamentos, que ya no eran de tiendas, como cuando las legiones habían mantenido un estado de ofensiva, animadas de un espíritu de conquista, sino de piedra y de cal, es decir, iban transformándose lentamente en verdaderos poblados, aunque solo fueran militares. Mucho más lejos se alzaban los grandes acantonamientos donde vivaqueaba el grueso de los diversos ejércitos, dispuestos siempre a acudir a cualquier punto amenazado del limes.


En el momento en que Adriano perfeccionó este sistema con la famosa «valla» que debía proteger a la Inglaterra romanizada de las belicosas tribus escocesas, el limes aún estaba organizado más para la vigilancia que para la defensa. Había puestos de guardia y cavernas, pero no existían verdaderos fortines preparados para asedios prolongados. Todo estaba calculado para garantizar un cierto margen de seguridad a un ejército en descanso del que se suponía, sin embargo, que reanudaría en cualquier momento su avance. Y cuando se renunció definitivamente a este avance los fortines se transformaron poco a poco en ciudadelas y las ciudadelas en «burgos». Semejante transformación, lenta e interrumpida por momentáneas reanudaciones de programas ofensivos, pero continua, era el síntoma de la esclerosis de un Imperio cada vez más conservador y sedentario.

De hecho, el limes, al igual que su casi contemporánea Gran Muralla y todas las líneas Maginot de todos los tiempos, demostró de inmediato que no era adecuado para su objetivo. En la época de Cómodo, los pictos que descendieron de Escocia lo hicieron saltar en pedazos. Eran bárbaros a los que la civilización ni siquiera había rozado. Cazadores nómadas sin el menor rudimento de agricultura, aún comían carne cruda, tenían comunidad de mujeres y luchaban desnudos, o solo cubiertos con tatuajes monstruosos que reproducían bestias feroces. Se requirió la despiadada energía de Septimio Severo para castigarlos. Pero el valladar ya estaba en ruinas. Y apenas había empezado el siglo III.

Pocos años después eran los francos y los alemanes quienes abrían una brecha en el Rin y devastaban setenta ciudades de la Galia. Las hordas godas lo hundían en el Danubio. Pero es inútil tratar de seguir en orden cronológico las violaciones que se sucedían. Lo que importa es señalar las consecuencias que todo aquello comportó.

La «fortificación» es, antes que obra de ingeniería militar, un estado de ánimo que ni siquiera una situación probadamente inadecuada consigue destruir. Un pueblo que se ha hecho conservador del bienestar, y ciudadano y sedentario de la civilización, comienza a acariciar el sueño de la seguridad, y puesto que ya no puede fiarse en las propias virtudes castrenses, para realizarlo se confía a la técnica. Cuanto más frecuentes se hacían las incursiones de los bárbaros y más amplias las brechas en el limes, más se esforzaban los romanos por tapar los agujeros. Sin embargo, como ya estaba claro que ni siquiera el limes mejor fortificado era capaz de mantenerse en pie, al de la frontera comenzaron a sumarse los del interior, y cada ciudad se dispuso a construir el suyo para cuidar de sí misma.

Los arquitectos se convirtieron en los profesionales más buscados y los personajes más importantes de ese período. El emperador Galieno colmó de favores y de dinero a Cleodamo y Ateneo, a quienes había encargado los muros defensivos de las ciudades danubianas particularmente amenazadas. En los consejos municipales de los diversos centros urbanos, grandes y pequeños, el cargo de asesor de construcción era el más importante y ambicionado, entre otras razones porque era el que disponía de mayores fondos. Verona, puerta septentrional de la península, desarrolló precisamente entonces sus espléndidos bastiones. Y las murallas exteriores de Estrasburgo nacieron antes que la ciudad, que se desarrolló dentro de ellas como en una cuna, en una isla fortificada del río Ili. La misma Roma empezó a fortificarse, y fueron las corporaciones urbanas las que proporcionaron la mano de obra.

Esta clase de construcciones provocó un fenómeno nuevo: la autonomía de las diversas ciudades. En nombre de Roma y por su ley, cuando Roma era fuerte, es decir, hasta finales del siglo II d. C, los particularismos ciudadanos no habían surgido aún o habían sido debelados. El Imperio había impedido la formación de aquellas ciudades-estado, cerradas en sí mismas e incapaces de formar una nación, que habían supuesto la desgracia de Grecia. No había ciudadanos de Nápoles o de Florencia, de Marsella o de Maguncia, sino ciudadanos romanos, nada más. Y como no tenían murallas porque las legiones bastaban para garantizar a todos la seguridad y la defensa, carecían de autonomía política, administrativa y espiritual. En ellas se observaba la misma ley, se hablaba la misma lengua, se estaba orgulloso del mismo Estado. Las fortificaciones que empezaron a rodearlas por razones de autodefensa, fueron al mismo tiempo la prueba evidente de la ruptura de aquella unidad y una de las causas fundamentales que la determinaron. El limes empezaba a dividirse en límites, y dentro de estos se desarrollaban mundos cada vez más independientes entre sí."

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26 de octubre de 2013

La Segunda guerra mundial desde el espacio


El canal historia nunca para de darnos sorpresas bastante agradables, esta vez en la forma de un amplio documental sobre la segunda guerra mundial de una hora y media muy bien aprovechadas. Lo curioso del mismo es que lo hace desde una nueva perspectiva : el espacio. Cualquier fan de la historia se sentirá rapidamente atraido a verlo, pues no solo destaca su originalidad sino también lo mucho que se aprende. Desde que disponemos de tanta variedad de videos, el estudio de la historia se ha vuelto mucho más dinámico y abierto al público y por supuesto no importa cuanto sepa uno previamente pues siempre siempre se aprende algo nuevo y puedo garantizar que en este caso también. Por ello lo dejo aquí y os animo a disfrutar de la alta definición en que nos lo presentan:

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Ostfront : El frente oriental

El salvajismo y la crueldad fueron el rasgo característico de la guerra entre la Alemania nazi y la Unión Soviética. La consecuencia : más de 30 millones de muertos y un rastro de destrucción absoluto.
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19 de octubre de 2013

El fin de una era : La guerra del Peloponeso

Los antiguos griegos no tenían una única forma de comprender el mundo o de ver la vida, pero si hay algo que resulta común para cualquier ser humano es el deseo de poder.

Desde la época de las invasiones dorias, al inicio de la edad del hierro (alrededor del 1100 a.C.), en Grecia coexistían dos etnias diferentes; la de los aqueo-pelasgos por una lado, que eran los auténticos nativos y aquellos que Homero alabó en sus canciones y la de los dorios por el otro. Estos últimos eran un pueblo de origen indoeuropeo que llegó en oleadas a la Hélade y que se estableció en el Peloponeso tras arrasar la civilización micénica y reducir a la esclavitud a sus antiguos pobladores. Los aqueos por su parte se retiraron al Ática y de allí pasaron a las numerosas islas del Egeo para después saltar hacia Asia Menor, donde fundaron grandes colonias como Mileto, Éfeso o Halicarnaso.

Durante 500 años los intercambios comerciales y culturales fueron muy escasos (en parte debido a la geografía), pero mientras los aqueos y sus herederos, los atenienses se tornaron cada vez más en un pueblo abierto al mar y al comercio, los dorios, de los que provenían los espartanos se cerraron en si mismos y pusieron sus esperanzas en la agricultura y la autarquía económica.

De hecho de no haber sido por los persas, no sabemos cuanto más hubiese durado esa situación de aislamiento cultural y político en en que se encontraban las incipientes Ciudades-Estado griegas (o polis) que tenían unas respecto a las otras. Las guerras medicas significaron el nacimiento de una nueva era, donde los griegos ya eran plenamente conscientes del mundo que les rodeaba y del papel que iban a desempeñar en él, por ello tras la victoria, cada uno empezó a incrementar sus propias fuerzas y a tejer un complejo entramado de alianzas políticas y áreas de influencia. Lo que hicieron Atenas y Esparta fue algo muy parecido a lo que hicieron EEUU y la URSS después de la segunda guerra mundial. Cada una formó una alianza militar con otros estados más pequeños, que en realidad suponían un instrumento de control político. La de Atenas se llamó la Liga de Delos. Para gozar del privilegio de ser "admitido" dentro de la Liga y de poder gozar así de la protección naval y militar de la poderosa urbe frente a una hipotética amenaza exterior (principalmente los persas), los nuevos miembros debían pagar anualmente una fuerte suma de oro en concepto de cuotas, debían instaurar un sistema democrático o pseudo-democrático al estilo ateniense y por último, también se obligaban a formar parte de una especie de commonwealth ateniense donde se cedían a la metrópolis todos los beneficios comerciales y arancelarios más la carga de suministrar a Atenas de todos los víveres que pudiese necesitar. En resumen, se convertían en protectorados y cedían gran parte de soberanía y como se vio después, el yugo es algo que a los griegos no les sienta nada bien, pero mientras duró, Atenas disfrutó de una prosperidad sin límites y pudo extender su influencia y su poder hasta extremos insospechados ni por sus mismos creadores, aun a costa del recelo y la hostilidad creciente entre sus vecinos, convirtiendose en la potencia hegemónica del mediterraneo oriental.

Esto pudo ser así gracias a un líder excepcional, Temístocles, el gran héroe en la lucha contra los persas y un hombre de una ambición y una inteligencia a toda prueba. Su deseo era por una parte reconstruir la ciudad, que Jerjes había incendiado poco tiempo antes, y por otro garantizar su abastecimiento permanente y su seguridad militar. Ambas cosas pretendía lograrlas mediante la construcción y el mantenimiento de la mayor flota militar y comercial del mundo antiguo y la instauración de una supremacía naval que por un lado alejase definitivamente el fantasma de otra invasión procedente del este y por el otro les pudiese proveer de los alimentos necesarios ya que el ática prácticamente era un terreno desértico. También necesitaban un canal seguro para exportar productos manufacturados, de los que los atenienses se hicieron grandes maestros creando una industria artesanal enorme y que consecuentemente trajo el surgimiento de una burguesía urbana muy numerosa, en detrimento de los campesinos que se retiraron a vivir a la ciudad y se emplearon como mano de obra barata para las obras públicas y tareas de reconstrucción de la ciudad, que Temístocles estaba impulsando, como la ampliación del puerto del Pireo y la fortificación de todo el área circundante con unas largas murallas, que envolvían toda la ciudad hasta el puerto y que la convirtieron en inexpugnable desde tierra.

Esparta también había sido una grandes vencedoras. Los espartanos eran gente de ideas fijas por así decirlo. Ellos no incubaban grandes planes ni grandes ambiciones, y a lo que en ese momento aspiraban, era a seguir conservando su modo de vida oligárquico y esclavista manteniendo un statu quo político en Grecia, donde no hubiese una gran potencia que predominase sino varias que se contrarrestaran mutuamente (la misma estrategia de los británicos tras la guerra de sucesión en Europa en 1713).

Por ello cuando vieron lo que estaba sucediendo en Atenas, de la que recelaban aun considerándola una aliada, los líderes espartanos se asustaron y comenzaron a prepararse para lo peor, por lo que establecieron su propia alianza llamada la Liga del Peloponeso, llamada sí precisamente por que la conformaban casi íntegramente todas la polis al sur del itsmo de Corinto, salvo la buena Argos siempre neutral. Esta liga era un poco diferente de la ateniense por que a parte de ser menos imperialista y por ende menos agresiva, existía primordialmente como una contramedida de carácter defensivo frente a lo que era una rotura del equilibrio político por parte de Atenas y de su creciente dominio sobre las islas del Egeo y las colonias jónicas, y el riesgo que suponía para Esparta ser aislada política y económicamente.

La principal obligación y casi la única que tenían sus miembros, era la de dejar que Esparta fuese la comandante suprema de todas las fuerzas militares y de aportar contingentes suficientes en caso de un eventual conflicto así como sufragar su mantenimiento.

No es de extrañar pues que Esparta se vendiera así misma como paladín de la independencia y la libertad ( a pesar de tener sometidos a los mesenios y muchos otros pueblos nativos de Lacedemonia), frente a la codiciosa Atenas que cobraba tributos abusivos a sus aliados ofreciéndoles una protección que no necesitaban e interfiriendo en su política exterior y forma de gobierno.
También gozaba de la fama de la invencibilidad de sus soldados, sometidos al más duro entrenamiento militar desde la infancia y conocidos en el mundo entero por su destreza y por la devoción fanática hacia el deber a su patria. Todo ello hacía que los aliados de Esparta, se sintiesen mucho más cómodos y seguros que los de Atenas, entre los cuales crecía cada vez más y más un fuerte resentimiento por lo injusto de su situación.

Así estaban más o menos las cosas cuando Perícles llegó al poder. Éste, fue uno de los grandes estadistas de todos los tiempos, y fue él, el genio que hubo detrás de las maravillas y del esplendor que la Atenas clásica nos ha legado. Elegido autócrator durante 40 años seguidos, no solo culminó la obra que ya inició Temístocles sino que consolidó la supremacía ateniense en todos los ámbitos (especialmente en el militar) haciendo a su ciudad la capital de todas las artes y la filosofía y erigiendo la acrópolis como un símbolo permanente del triunfo y del poder de su gobierno. Sin embargo esta paz armada que había permitido a Grecia y especialmente a Atenas alcanzar la cúspide de su civilización y su cultura no estaba llamada a durar.

Hacia el 430 a.C. el largo gobierno de Pericles estaba en pleno declive. Por un lado él contaba ya más de 60 años y por el otro se había alcanzado un punto crítico con Esparta. Tucídides, que a parte de ser uno de los padres de la historia junto a Herodoto, fue un vivo espectador de los acontecimientos, nos cuenta como todo el mundo griego, desde Ródas a Tarento, se hallaba dividido entre dos bandos y solo era necesaria una excusa para provocar una gran guerra que ya se hacía esperar demasiado tiempo, lo que irritaba a los sectores más radicales de uno y otro bando. Era una situación similar a la vivida antes de la Primera Guerra Mundial.

Pese a todo tanto Atenas como Esparta se mostraban muy prudentes y extremadamente cautelosas respecto a sus relaciones, conscientes de que ninguna estaba segura de poder salir bien parada de un enfrentamiento, aunque jamás dispuestas a renunciar a sus pretensiones. Fueron los motivos económicos los que decantaron la balanza hacia la guerra. Una disputa política entre Atenas y la pequeña ciudad de Megara (aliada de Esparta y miembro de la Liga del Peloponeso) desembocó en una guerra comercial y en un embargo de productos atenienses destinados a dicha polis, lo que en la práctica era un táctica para matar por asfixia al rival ya que Atenas exportaba y controlaba casi la totalidad de las mercancías del momento y disponía de la única flota capaz de hacer cumplir el embargo, bloqueando los puertos y amenazando a cualquiera que se atreviese a violar su voluntad (exactamente como los americanos hicieron en Cuba... la historia esta llena de paralelismos como se puede ver). Los desesperados megarenses y otras ciudades amigas como Corinto, acudieron pues a Esparta en busca de protección, bajo amenaza de pasarse al enemigo y abandonar la Liga del Peloponeso si sus demandas no eran satisfechas.

Al rey de Esparta Arquidamo, que era un hombre considerado sabio y de mucha experiencia, la idea de entrar en guerra con Atenas no le gustó nada, pues conocía la fuerza del enemigo y al carecer Esparta de una flota, no juzgó hallarse en una buena situación, por lo que envió a sus embajadores y trató de resolver el asunto por vías diplomáticas. Pero pese a su buena disposición, los Atenienses, alentados por el propio Perícles, rechazaron las propuestas y juzgaron que era el momento, el todo o nada, y que si querían alzarse con la hegemonía en Grecia, la guerra era algo necesario para lo que nunca se encontrarían en una situación mejor; con una flota inigualable de 400 barcos, cientos de millones de dracmas de superhábit en el erario público y 50.000 hoplitas pesados de los mejor entre la infantería griega, sin contar con las tropas de todos sus aliados y la fortaleza de sus tremendas murallas.

                                

Por ello expulsaron a los embajadores y enviaron parte de su flota a hacerse con la isla de Corcira que en aquel momento asediaban los corintios, íntimos aliados de Esparta. Esto era la declaración de guerra, lo que nadie sospecho jamás al igual que en 1914, es que durarse tanto tiempo, pues 30 años, en términos griegos fue una generación.

En principio como hemos dicho las cosas pintaban mejor para Atenas, ya que Esparta carecía de una flota con la que disputarle el mar a sus rivales, algo absolutamente esencial cuando la mayor parte de los Estados enemigos se encontraban en islas. Sin embargo los Espartanos contaban con 2 factores que les conferían una posición más sólida: en primer lugar disponían de las mejores tropas de infantería del mundo. En segundo lugar casi todos los Estados de la Grecia continental se sumaron a la Liga del Peloponeso y doblaban en efectivos al ejército de la liga de Delos, lo que les permitió una total superioridad terrestre.
Por ello Perícles diseño una estrategia a medio plazo que consistía en retirar a toda la población del Ática (unas 500.000 personas) dentro de los muros de la ciudad y arrasar todas las granjas para no dejar nada al enemigo, y a su vez utilizar la flota para aislar toda la península del Peloponeso y rendirla por hambre y asfixia económica como ya hiciese anteriormente con Megara. Era una estrategia de desgaste muy bien planeada que podía dar sus frutos ya que mientras el enemigo se debilitaba intentando asediar las inexpugnables murallas, ellos tenían el aprovisionamiento asegurado por mar que sus aliados le estaban obligados a suministrar y podían tranquilamente hostigar al enemigo mediante acciones anfibias y sorpresivas rehuyendo siempre la batalla campal en la que sabían superiores la los espartanos.

Todo transcurrió dentro de lo previsto. En el año 429 a.C el rey Arquidamo invadió el Ática con un ejército enorme de unos 100.000 hombres. Al llegar el invierno y ver lo infructífero del ataque (al no presentar los atenienses batalla) se retiraron para la época de la siembra y así volvieron cada año una y otra vez presentándose a las puertas de Atenas aunque sin esperanzas de tomarla al asalto pues carecían de tecnología de asedio suficiente. Por ello este periodo se denomina la guerra Arquidámica.

La cosa parecía desarrollarse con normalidad, sin decantarse especialmente, hasta que sucedió una de las mayores catástrofes que asolarían nunca Europa y que mermarían las fuerza de Atenas hasta más allá de toda recuperación : la peste.

Todavía no se sabe muy bien de donde vino, Tucídides nos dice que de Asia. De hecho no se sabe si fue realmente una epidemia de peste bubónica, el tífus o algo aún más virulento, pero de lo que sí podemos estar seguros es de que azotó Atenas durante varios años, y de que tenía unos índices de mortalidad y una facilidad de transmisión altísimos. La ciudad estaba asediada y consecuentemente superpoblada por lo que el contagio fue masivo. Murió un 30% de la población, casi un cuarto del ejército y el propio Pericles junto a sus 2 hijos. Después de esto Atenas ya no era la misma. Ahora era una ciudad convaleciente, rodeada de enemigos y carente de liderazgo que pasó a la defensiva y ya no tuvo la fuerza y el poder de que gozase antaño.

Resulta curioso como la epidemia solo afectó a Atenas. Ninguna otra polis se vio infectada, lo que conmociono mucho a los atenienses que lo interpretaron como un castigo divino y naturalmente les debilitó moralmente. La consecuencia más grave a largo plazo fue la pérdida del liderazgo y la inteligencia de Pericles. Su muerte creo un vacío que ya no se llenó, y el gobierno paso a manos de hombres menores y demagogos que rápidamente abandonaron la estrategia de este y en busca de una victoria rápida que les permitiese conservar el poder, se enzarzaron en una serie de batallas campales con los espartanos por toda Grecia que no mejoraron en absoluto la posición ateniense. Los espartanos por su parte, jugaron bien sus cartas y dirigidos ahora por un hábil comandante llamado Lisandro, construyeron rápidamente una flota muy capaz, y se pusieron a disputar la anterior soberanía indiscutible que los atenienses habían tenido por mar. Esto sumado al hecho de que los aliados de Atenas estaban sometidos a unos tremendos tributos, lo que les hacía particularmente propensos a la rebelión, llevaron a los atenienses al borde de la desesperación.

Aun así tras casi 10 años de luchas ambos contendientes estaban exhaustos por lo que alcanzaron un acuerdo en año 421 a.C llamado la paz de Nicias, en honor al general ateniense que lo impulsó. Este acuerdo era un armisticio por el que ambas partes se comprometían a restablecer la situación existente antes de la guerra y a un intercambio de rehenes y algunas plazas fuertes. Por supuesto nadie esperaba que la guerra hubiese terminado y tras algunos años las hostilidades se reanudaron cuando Atenas trató de conquistar Sicilia (aliada de Esparta).

Esta tentativa ateniense fue promovida por el hombre del momento; Alcíbiades, sobrino de Pericles, joven y flamante general, que con sus poco más de 25 años ya se había hecho popularísimo entre las masas que lo adoraban tanto por su elocuencia (era discípulo de Sócrates) como por su belleza. Con razón podía la gente poner sus esperanzas en él, ya que como general era brillante y eso es una cualidad que en medio de una guerra puede catapultar a una nación a un futuro glorioso. Sin embargo y a diferencia de su tío, no era un patriota, no era un hombre con unos principios o ideas. Su objetivo no era Ganar la guerra por su polis, sino para obtener el poder político. Ambición era su rasgo más característico. Fue todo esto lo que le motivó para persuadir a los atenienses de abandonar el armisticio y atacar Siracusa.

Por desgracia para ellos no se permitió a Alcíbiades comandar en solitario la expedición ateniense y se le envió junto a otros 2 generales con los que habría de compartir el mando y con los que no se ponía nunca de acuerdo. Al poco tiempo sus rivales en Atenas consiguieron hacerlo procesar por unas acusaciones de impiedad, y el general más capaz de todos cuantos tenían fue retirado del campo de batalla dejando la situación en manos de los otros dos (siendo uno de ellos Nicias, que había sido el artífice del armisticio años antes y para el que su violación suponía un crimen).

El asedio de Siracusa no pudo ir peor, y a la ineptitud de los generales se sumó la ayuda espartana a los sitiados. El resultado fue la aniquilación completa del ejército ateniense. Perdieron unos 25000 hombres y más de 100 naves. Apenas hubo supervivientes. Era un golpe mortal. En una sola acción Atenas había perdido a casi toda su fuerza marítima y terrestre a lo que hubo que añadir que sus antiguos aliados, ya no sujetos por el temor a una reacción militar, comenzaron a sublevarse contra su cruel amo, y la ciudad ya privada de suministros no podía mantener a su población indefinidamente.

Pese a todas estas desavenencias Atenas hizo milagros y en un tiempo récord consiguió reponer gran parte de su flota y rehacer sus maltrechas filas, entrando en la última fase de la guerra de la guerra del Peloponeso que aun duraría unos 10 años : Las guerras de Decelia.

En este periodo se sucedieron varias batallas importantes por tierra y mar, donde Atenas dio lo mejor de si, y consiguió dar un vuelco a la dramática situación en la que se vio tras el asedio de Siracusa, en gran parte gracias a dos comandantes excepcionales que liderarían la urbe tras la guerra : Trasíbulo y Conón.

Sin embargo los espartanos recibieron algo de ayuda adicional de un atiguo enemigo; los persas. Estos estaban aterrados frente a la idea de ver de nuevo a una Atenas poderosa que ejercía de dueña del Egeo, por lo que pese a algunos titubeos financiaron decididamente al bando espartano e incluso aportaron barcos, hombres y material al esfuerzo bélico.
Por otro lado los espartanos tampoco estaban mal dirigidos, pues no solo contaban con el experimentado Lisandro, que se había mostrado muy hábil haciendo de almirante, sino con el también magnifico rey Agesilao II (hermano del fallecido Arquidamo) y que simplemente era un genio militar. También contaron adicionalmente durante un periodo de tiempo con el asesoramiento de Alcíbiades, que tras sus problemas con la justicia tras el incidente de Sicilia, decidió traicionar a sus paisanos y lleno de resentimiento y de ambiciones frustradas huyó a Esparta donde aconsejó maliciosamente que privasen a Atenas de las minas de plata de Decelia. Con ello se impedía a los atenienses obtener los metales preciosos que necesitaban para acuñar moneda y por ende para financiarse, lo que supuso un tercer golpe fatal para la causa ateniense, tras la peste y la catástrofe de Siracusa.

La suerte estaba ya echada, y pese a la victoria de la flota ateniense en la batalla de las Arginusas (en la que se dice que combatió el propio Platón) la derrota en Egospótamos fue la destrucción final de la marina de Atenas.

En aquel momento la ciudad era un cáos,empobrecida, llena de pesimismo y carente desde hacía mucho tiempo de gobernantes capaces, había demostrado que si bien la democracia tuvo sus ventajas, no pudo adaptarse a una situación de crisis y se reveló como un sistema ineficaz de decisión política que a la postre acabó en ruina.

En el año 404 a.C. las tropas espartanas sitiaron Atenas por tierra y mar. Sin posibilidad de salvación, los atenienses se rindieron incondicionalmente al empezar a morir de hambre. Entre las condiciones que los vencedores les impusieron estaban las de la demolición de sus murallas, el pago de una indemnización económica, y la sustitución del sistema democrático por otro oligárquico pro-espartano formando por 30 aristócratas, llamado el gobierno de los 30 tiranos (que fue posteriormente derrocado por Trasíbulo).

                                 

La edad de oro de Atenas había terminado y comenzaba un periodo de dominio espartano, aunque no duraría mucho. Como ya dije antes, a los griegos no les gustaban las potencias hegemónicas, y poco tiempo después los antiguos aliados de Esparta se unieron a los derrotados atenienses para acabar con la supremacía espartana, cosa que consiguieron de la mano del general tebano Epaminondas.

Sin embargo tras 30 años de guerra Grecia ya no fue la misma y si bien quedaban atrás las grandes obras y los inmensos teatros, política y militarmente jamás se recuperó, lo que sirvió de abono para que solo 50 años más tarde, el rey de un pequeño Estado llamado Macedonia, hiciese en un par de años, lo que los propios griegos no lograron jamás en toda su historia; la unificación de la hélade. Bienvenidos a la era de Filipo y Alejandro.

Para rematar, dejo 2 documentales increíbles sobre el tema; el primero es más corto y conciso, pues describe con mucha atención la batalla de Siracusa, y seguro que no deja a nadie insatisfecho:



Este otro es algo más largo pero más completo, y nos narra completamente la historia de Atenas, su ascenso y caída, que recomiendo ver para quienes quieran tener una visión más amplia del conflicto:

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1 de octubre de 2013

Ilustrando la guerra de Corea

Sin duda alguna, la guerra de Corea es la más brutal librada después de la Segunda Guerra Mundial. Es éste un conflicto poco estudiado en Europa y que aunque nos resulta bastante lejano, goza de una gigantesca importancia en la historia moderna y en especial continua como una herida abierta que aun sangra en Asia oriental y que resulta muy conveniente conocer con cierta profundidad para entender la actualidad internacional y saber interpretarla correctamente.

"Corea, la guerra inacabada" es un documental canadiense que, aunque ya tiene algunos años, es uno de los más completos (por no decir que el más) que se pueden encontrar en español sobre la guerra de Corea.

Me parece que este documental, en 3 episodios, aporta una amplia visión general de los tres años de conflicto y es moderadamente objetivo a la vez que riguroso en algunos puntos. Quien nada sepa empezará a aprender y para quien ya posea información sin duda verá esta ampliada.




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6 de junio de 2013

Pierre Grimal nos explica como eran los triunfos en Roma

Creo que todavía no has tenido la ocasión de asistir a un triunfo. Como sabes, desde que Roma vive bajo la guía de un príncipe, sólo éste tiene derecho a triunfar. Sin embargo, nuestros príncipes raramente hacen uso de este derecho. Quisiera, no obstante, que te hicieras una idea del extraordinario espectáculo que puede ser un triunfo celebrado según los ritos:

En primer lugar hay un desfile interminable, que sube desde el Foro hasta el Capitolio, para dar las gracias al dios en su templo. A la cabeza van los senadores y los magistrados, es decir, el conjunto de los hombres que han ejercido el poder en la ciudad o todavía lo ejercen. Les siguen unos músicos tocando las trompas; ¿puede concebirse una ciudad en fiesta donde todo esté en silencio? Detrás de ellos viene la fila de los portadores, encargados de presentar al dios el botín más precioso conquistado al enemigo. El oro y la plata serán consagrados a las divinidades y conservados con los tesoros de los templos. Están también, por supuesto, las estatuas que representan a las divinidades de los pueblos vencidos. Sometidas ellas también por los dioses de Roma, acuden solemnemente a rendirles homenaje.“Pero no están realmente cautivas, una divinidad nunca podría estarlo, sino que simplemente han sido «obtenidas» por los romanos, de quienes recibirán un culto parecido al que recibían en su patria. Esta fue la promesa que les hicieron en su momento con el fin de ponerlas de su parte y así consolidar la paz.”

"A continuación, vienen los principales jefes del enemigo, aquellos que no han perecido en combate. ¡Qué triste desfile el de esos hombres antaño poderosos y cubiertos de honores, ahora convertidos en esclavos!, Caminan delante de su vencedor, el imperator romano, subido en un carro y vestido como el mismo Júpiter, tal y como se le ve en el templo, con una túnica blanca bordada en oro, una toga púrpura, también bordada, y unos zapatos dorados. En la cabeza lleva una corona de laurel. Dicen que el laurel es una de las plantas preferidas de Júpiter y que, por este motivo, nunca es alcanzada por el rayo. Un triunfador no puede dejar de temer que su gloria irrite peligrosamente al dios, cuya imagen usurpa durante algunas horas. ¡La corona de laurel le pone a cubierto de su cólera! El triunfador sostiene en la mano un cetro de marfil coronado por un águila, que, como todo el mundo sabe, es la mensajera habitual del dios. Además, para mostrar claramente que ese día el triunfador es equiparado a un dios, lleva el rostro teñido de rojo, como lo llevan las divinidades en las pinturas que has visto en la región de los etruscos.

"El que un hombre, aunque sea el más glorioso de los vencedores, acumule tantos honores en su persona, sobrepasa la condición humana y puede atraer la desgracia sobre su cabeza. Por lo tanto, la tradición establece que se tomen precauciones para proteger al triunfador contra los celos de los dioses, y, como la corona de laurel podría no ser suficiente, los soldados que han servido bajo sus órdenes se sitúan a ambos lados del cortejo y fingen burlarse de él dirigiéndole chanzas parecidas a las que, en todos los ejércitos del mundo, los soldados se complacen en imaginar con respecto a sus jefes. Para más precaución, en el carro en el que es conducido el imperator va uno de sus esclavos, que de vez en cuando le repite: «¡Recuerda que eres un hombre!».”

El triunfo no se limitaba a una procesión que conducía al imperator victorioso hasta el Capitolio. Los prisioneros que habían formado parte del cortejo eran ejecutados al finalizar la ceremonia. Esto era todavía costumbre en la época de Cicerón, que escribe: «Cuando el triunfador comienza a dirigir su carro hacia la cuesta de la colina, los prisioneros son conducidos a la prisión (ya sabes, el abominable calabozo cavado en la roca de la colina), donde acaban sus días en el mismo momento en que el vencedor llega al término de su mandato».”

Pasaje de: Grimal, Pierre. “El alma romana.”
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25 de mayo de 2013

La importancia de la tecnología en la guerra

La guerra no es una ciencia, es un arte. Esto es así por que en la guerra no hay una serie de elementos o reglas que al cumplirlos puedan garantizar un resultado específico, más bien depende en gran medida del genio y el espíritu humano, la improvisación y la fortuna, todas ellas cosas fuera del alcance de cualquier disciplina. Sin embargo, si es cierto que las probabilidades de alcanzar la victoria, se verán dramáticamente aumentadas si cualquier líder, nación o estado mayor, siguen una serie de conductas, que también un poco por sentido común, son tendentes a perfeccionar a sus propias fuerzas y a protegerlas frente a posibles amenazas. Es aquí donde el papel de la tecnología se revela esencial, y un breve repaso a  través de los siglos, aunque muy fugaz, nos puede convencer de ello y quizá también servirnos de inspiración o de fuente de creatividad.

Si nos remontamos ya incluso al neolítico, vemos a los seres humanos competir y luchar por lo de siempre: recursos, territorios y poder. Normalmente vence quien ha aprendido a combatir mejor, ora sea con unos mazos de madera más grandes, o desarrollando el uso de utensilios algo más complejos como rudimentarios arcos y flechas con punta de piedra.

Pese a todo, nunca debemos perder de vista que siempre, y digo siempre, cada vez que se crean medidas se desarrollan contra medidas. Esto significa que si alguien nos ataca con un arma nueva, enseguida vamos a aprender a defendernos de ella. Es así como nacieron las primeras ciudades amuralladas. Una de las más antiguas de que se tiene constancia es de la ciudad de Jericó, en el actual Isrrael, que ya estaba cercada por unas relativamente altos muros de adobe unos 5000 años antes de Jesucristo.

Poco después aparece la metalurgia y revoluciona la industria militar. Ahora los guerreros llevan armas mucho más peligrosas y capaces de generar unas tasas de mortandad enormes. Empieza aquí la primera carrera armamentística de la historia, puesto que la ventaja la van a tener, aquellos que consigan poseer armas de un metal mejor y más sofisticado. Un buen ejemplo de ello son las invasiones de los Dorios sobre la antigua Grecia : Cuando los griegos de Agamenón, Aquiles y Ulises se fueron a conquistar Troya y a recuperar a la hermosa Helena, todos ellos iban pertrechados con armas y armaduras de bronce (de ahí lo de edad del bronce), que era el mejor metal de que en ese momento y en ese lugar, podían disponer y que al parecer no les debió de dar malos resultados, por que Troya acabó muy mal. Sin embargo al volver a casa después de muchas aventuras, se encontraron con que les estaban invadiendo un puñado de arapientos salvajes, que aunque feos y barbudos, provenían del norte de Europa, donde ya se había popularizado el uso del hierro, mucho más abundante y resistente que el bronce y con el cual forjaban terribles espadas y hachas, frente a las que los pobres griegos homéricos (los famosos aqueos melenudos) nada pudieron hacer salvo encerrarse en el Ática y observar como sucumbía la civilización micénica.


Más o menos, por la misma época, cualquier ejército que aspirase a triunfar necesitaba del uso o la creación de algún arma o tecnología singular que les brindase la victoria. Vemos a la tribu de los hicsos invadir Egipto hacia el 1600 a.C. y vencer sin ningún problema a los faraones, gracias a la invención de la rueda y su aplicación a los carros de guerra que permitían a los hombres subidos a ellos lanzar piedras y flechas a sus enemigos y aterrorizarlos con veloces movimientos.

Si ahora avanzamos unos mil años, nos encontraremos con que los griegos clásicos, los de Atenas y Esparta, se han convertido en los mejores soldados del mundo, no solo por su disciplina y su fiereza, sino por el auge de la tecnología. En Atenas, la fabricación de barcos era toda un ciencia y crearon auténticas fortalezas flotantes con las que tuvieron primero al Egeo y luego a todo el mediterraneo oriental en un puño. Los espartanos por su parte perfeccionaron la defensa recubriendo al soldado con una armadura pesada que dejaba muy pocos resquicios y haciendole portador de un escudo enorme, de un metro de diámetro llamado "hoplos" (de ahí hoplita). Naturalmente con esas moles en campo abierto, un ataque frontal resultaba nefasto, y por eso vemos a los persas ser masacrados en las Termópilas, pues a parte del valor y la virtud espartana, también tuvo mucho que ver el que los persas iban armados con pequeños escudos de mimbre y a menudo, sin ningún tipo de coraza o con poco más que un taparrabos.

Con estas tropas y naves, tan magníficamente equipadas, es normal que Filipo y su hijo Alejandro, soñaran un día con conquistar el mundo entero. Por ello, el absolutamente genial Filipo, Rey de macedonia, se procuró de poseer algo que todavía le faltaba; máquinas de asedio, por lo que abrió una especie de taller, repleto de ingenieros y los puso a fabricar mortíferos inventos como la catapulta de torsión o un sin fin de balistas y arietes capaces de tomar en poco tiempo cualquier ciudad, por muy bien defendida que estuviese.
Ni que decir tiene que imperio persa se deshizo como la mantequilla ante la embestida de Alejandro, que solamente tuvo que hacer uso del ejército que su padre le había dejado para alcanzar un gloria inmortal.

Tanto romanos como cartagineses, siguieron los progresos de los griegos y de Filipo con vivo interés, y una vez bien copiado y aprendido, comenzaron a matarse entre ellos en las guerras púnicas. No resulta difícil deducir, que a la victoria romana contribuyó poderosamente el hecho de que estos, aun sin experiencia y tradición naval, equiparon a sus trirremes con una especie de ganchos con lo que hundieron muchos buques enemigos. Aníbal por su parte no se quedó corto e invento la "guerra bacteriológica"; ordenó a sus hombres que capturaran a todas las arañas, escorpiones y serpientes más venenosas, los metió en tinajas y se los lanzaba a los navíos romanos en alta mar... debió de ser algo muy desagradable para sus tripulantes sin duda.

Sin embargo roma prevaleció, y durante siglos y siglos fue la luz que alumbro al mundo. La tecnología armamentística alcanzo ya su cumbre, pues las legiones de Roma lo tenían todo a su alcance; una armadura muy compleja y flexible, la lorica segmentata, espadas de toda clase, y unas armas de asedio que habría hecho rabiar a los griegos de arquímides. Julio César llegó vio y venció a los galos, gracias no solo a su inigualable pericia como general, sino también gracias a la superioridad militar de sus tropas. Según nos relata Amiano Marcelino, al emperador Valentinano de encantaba pasar sus ratos libre diseñando nuevas armas de todo tipo, y a los muros de piedra calcárea romana no hubo quien los expugnara durante 400 años.

A los chinos tampoco les fue mal ya que lo han inventado casi todo, el papel, la pólvora, algunos dicen también que la rueda. El emperador Huangdi tuvo al mejor ejército del mundo unos 200 años antes de Cristo. En Asia la fabricación de espadas y la investigación del metal no tuvo límites. Los japoneses empezaron a templar el acero con carbono y a forjar Katanas, y la mayoría de esos conocimientos llegaron posteriormente a Europa a través de la ruta de la seda.

Ya de vuelta en Europa vemos que no en vano se dice que la Edad Media supuso un retroceso de 1000 años, puesto que toda la ciencia de la antigüedad clásica se perdió y no es hasta el siglo XIII donde con la introducción de la pólvora, se vuelve a revolucionar la industria bélica y donde podemos ver hasta a Leonardo Da Vinci fabricando armas. Constantinopla lo supo muy bien, cuando se encontró frente a sus murallas a la artillería turca que puso punto y final a su milenario imperio.

De hecho por una vez en la historia, los españoles tomamos la iniciativa, y los Reyes Católicos, tras aprender del ejemplo turco, inmediatamente modernizaron sus tropas e invirtieron en la compra y fabricación de todo tipo de pistolas, arcabuces y mosquetes, que acompañados de unos pocos caballos y de acero toledano, lo convirtieron en el mejor ejército de Europa, tras lo cual, tomaron Granada y marcharon hacia América construyendo el imperio donde nunca se pondría el sol, el primer imperio que sería realmente global.

Lo triste es que los ingleses y franceses no se iban a quedar quietos por mucho tiempo. Al seboso e inteligente Enrique VIII, se le ocurrió la idea de meter cañones en sus buques, algo que hasta entonces no se había hecho nunca y funcionó. En poco más de 100 años, la royal navy, ya había dejado de lado la piratería para convertirse en una superpotencia naval hasta el siglo XX. Por su parte los franceses aprovecharon bien las enseñanzas de Vauban (célebre ingeniero y arquitecto de Luis XIV), y sembraron su territorio de una serie de fortalezas que disuadieron a cualquiera de querer enemistarse con el rey francés.

A su vez Napoleón supuso la culminación del correcto empleo la tecnología al servicio de la guerra. Antes de emprender ninguna campaña, como buen artillero que era, procuraba que sus fuerzas contaran con lo mejor y lo último de armas y equipamiento, y si precisamente fue derrotado, fue también en parte por el hecho de que no contó con ninguna innovación que le diese la primicia y que le hubiese permitido retomar la iniciativa. Es importante resaltar que este hecho sí fue percibido por los Prusianos, en particular por el mariscal Von Moltke, un auténtico genio. Gracias a él se pudo llevar a cabo la unificación alemana, con la que humilló a austriacos y franceses, importando una nueva arma recientemente surgida en Estado Unidos : la ametralladora.

A partir de aquí entramos en una nueva era. Es la era de la ciencia y del progreso, de la industria. Ahora las guerras se van a cobrar tributos de millones y millones de vidas. Antes las guerras se libraban entre dos ejércitos en tal o cual llanura y el vencedor se apropiaba de los territorios del enemigo por derecho de conquista. Ahora la guerra se libra por tierra mar y aire y los objetivos militares son las ciudades. Las fábricas valen mucho más que los soldados y el poder destructivo de las nuevas armas es inimaginable.


Comienza a lo largo del siglo XX una feroz carrera armamentística y científica como nunca se ha visto, que culminará en la II guerra mundial y que perdura a través de la guerra fría y hasta la actualidad.

En la primera guerra mundial vemos por primera vez submarinos, tanques y aviones de combate, pero comparado con lo que veríamos 20 años después, la guerra estaba aun en pañales.

Los rusos sufrieron una derrota estrepitante a pesar de haber movilizado a 14 millones de hombres. 14 millones claro sin armas, sin alimento y sin logística. Los ingleses brillantemente desarrollaron unos primitivos tanques que eran poco más que una metralleta rodeada por 4 placas de acero y con dos ruedas, y aunque no entendieron bien el significado de lo que habían hecho, los alemanes observaron en silencio. Los aviones, que más bien era biplanos, se dedicaban puramente a labores de reconocimiento y algunas veces tiraban ladrillos a las trincheras enemigas o se enzarzaban en combates aéreos entre ellos con ametralladoras ligeras. Desde luego si Alemania perdió la guerra, fue por falta de recursos, no de tecnología. Carente de materias primas para su industria pesada, no pudo continuar luchando y se rindió en 1918 tras grandes éxitos y también fracasos.

Curiosamente es este hecho gracias al cual va a poder disfrutar de la gloria y la victoria que alcanzo después.Una de las condiciones del Tratado de Versalles, fue el casi completo desarme la antaño orgullosa Prusia. Cuando los nazis llegaron al poder, una de las primeras cosas que hicieron fue rearmar completamente al país, y tuvieron que hacerlo desde el principio, pues con las restricciones de Versalles, Alemania carecía de ejército. Pese a todas las cosas terribles de los nazis, ellos siempre fueron grandes mecenas científicos. En la década de los 30, casi cualquiera que tuviera un buen proyecto o una buena idea, podía encontrar dinero para financiarse, lo malo es que luego los nazis se apropiaban de las patentes y las destinaban a usos nada pacíficos. Por esta época llegaron a vivir en el III Reich, más de la mitad de los premios nóbeles mundiales, y solo tenemos que ver el caso de Wernher Von Braun (padre de los cohetes espaciales), para darnos cuenta de lo adelantados que estaban.

Pero fue gracias a un hombre, Heinz Guderian, que nacieron las fuerzas blindadas alemanas o divisiones Panzer y se creó el concepto de Blitskrieg o guerra relámpago. Guderian, militar de alto rango, tomo los arcaicos diseños ingleses y los perfeccionó. Equipó a las máquinas con cañones ligeros y con un motor potente y cadenas para que pudieran desenvolverse en cualquier terreno con rapidez. También teorizó con éxito sobre su uso. Las formaciones blindadas tenían por objetivo rodear al enemigo en grandes bolsas y destruirlo desde todos los flancos, aprovechándose de la velocidad de las unidades mecanizadas que a su vez cortaban cualquier vía de retirada o de ayuda. Con este poder a su servicio y complementado con una nueva era de aviones, los bombarderos en picado o Stukas, el rearmado ejército alemán formado ahora por 9 millones de hombres, ya estaba listo para someter a Europa, cosa que logró en apenas 3 años.

Como dijo un antiguo profesor mio de historia: "mientras los ingleses y franceses todavía estaban anclados en conceptos y armamentos de la primera guerra mundial, el ejército alemán estaba reluciente".

En oriente Japón hizo lo propio y totalmente industrializado tras un milagro económico que les llevó 50 años(la era del emperador Meiji), sometió a chinos y coreanos bajo un yugo implacable y desarrolló un plan llamado Plan Tanaka, por el que se proponían conquistar el mundo entero en 3 fases; primero china, luego toda Asia, y después el resto, especialmente EE.UU.

Pese a todos los inmensisimos avances científicos, el eje perdió, y perdió básicamente por que por un lado los ingleses desarrollaron el caza Spitfire que derrotó a la Luftwaffe, por otro los rusos emplearon masivamente el mejor carro de comabate de toda la segunda guerra mundial y probablemente de toda la historia; el T-34, que con un blindaje inclinado de un gran grosor y un cañón de casi 80mm pudo hacer frente a los nazis por tierra y llegar hasta Berlín. Por último, asistimos al nacimiento de una nueva gran potencia; Los Estados Unidos, que con la bomba atómica en su haber, y siendo ahora los dueños de las nuevas grandes mentes, diseño el mayor y más preparado ejército nunca visto, capaz de vencer a japoneses y alemanes, y que respaldados por su enorme economía e industria sin parangón, fueron capaces de superponerse en la guerra fría a los rusos, y conservar la innovación y la iniciativa que como hemos visto son las que en verdad pueden dar la victoria.

Quien sabe lo que ocurrirá en un futuro, pero lo que es seguro, es que el teatro de operaciones se va a trasladar al espacio, donde los recursos pueden ser al igual que las oportunidades: ilimitadas.
Por ello, si la humanidad sigue viviendo con sus absurdas divisiones tribales y empeñada en progresar innecesariamente a costa de otras personas, serán aquellos pioneros en la ingeniería aeroespacial y en la física, los que van a poder erigirse como los señores del manaña.

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