¿Alguien se ha preguntado alguna vez cómo definiría la amistad?, un sentimiento que todos en mayor o menor medida hemos podido experimentar a lo largo de nuestra vida, pero Cicerón en todo su genio, se atrevió a ir un paso más allá y analizar en forma de diálogo el concepto de amistad, en su obra "De lelio o de amicitia" (sobre la amistad) que por fortuna ha llegado hasta nosotros y que al leerla, nos recuerda fugazmente a las obras filosóficas de Platón y por supuesto es capaz de despertar en nuestro interior el deseo de saber y comprender y por supuesto de ofrecernos profundas revelaciones, por ello dejo unos fragmentos de la obra muy emotivos, que Cicerón escribió en su retiro, en su villa de Túsculo, como un monumento literario dedicado a su amigo Attico y compuesto en el año 44 antes de Cristo, siendo ya inminente el asesinato de Julio César :
"Pues la amistad no es otra cosa a no ser el acuerdo
de todas las cosas divinas y humanas con
benevolencia y amor; ciertamente no sé si,
exceptuada la sabiduría, algo mejor que esta se dio
al hombre por los dioses inmortales. Unos
anteponen las riquezas, otros la buena salud, otros
el poder, otros los honores, muchos incluso los
placeres. Esto último ciertamente es propio de las
bestias, pero aquellas cosas anteriores son caducas e
inciertas, puestas no tanto en nuestras
determinaciones cuanto en la temeridad de la
fortuna. Pero los que ponen el sumo bien en la
virtud, ellos ciertamente hacen muy bien, pero esta
misma virtud engendra y contiene la amistad y la
amistad no puede existir sin la virtud de ningún
modo(...)
Nada hay, en efecto, más amable que la virtud, nada
que incite más a amar, porque ciertamente amamos,
de algún modo, a causa de la virtud y probidad
también a aquellos que nunca vimos. ¿Quién hay
que no mencione el recuerdo de C. Fabricio y M.
Curio, a quienes nunca vio, con algún afecto y
benevolencia? En cambio, ¿quién hay que no odie a
Tarquinio el Soberbio, a Esp. Casio y a Esp. Melio?
Se combatió por el imperio en Italia con dos
generales, Pirro y Aníbal; no tenemos los espíritus
demasiado alejados de uno a causa de su probidad,
pero esta ciudad odiará siempre al otro a causa de
su crueldad.(...)
Los que la desearon, se aplican y mueven más
cerca, para disfrutar del trato y de las costumbres de
aquel al que comenzaron a amar, y ser semejantes e
iguales en el amor, y más propensos a merecer bien
que a reclamarlo, y esta honrosa competición se
hace entre ellos. Así las máximas ventajas se
cosecharán de la amistad, y el nacimiento de ella
será más noble y más verdadero de la naturaleza
que de la debilidad. Pues, si la utilidad conglutinara
amistades, ella misma las disolvería, cambiada; mas
porque la naturaleza no puede mudarse, por eso las
verdaderas amistades son sempiternas.(...)
Por un lado, la amistad contiene muchísimas y
grandísimas ventajas, por otro supera ciertamente a
todas, porque hace brillar una buena esperanza para
el futuro y no permite que los espíritus se debiliten
o decaigan. Pues quien contempla a un verdadero
amigo, contempla como un retrato de sí mismo. En
consecuencia, los ausentes están presentes y los
necesitados tienen abundancia y los débiles están
fuertes, y, lo que es más difícil de decir, los muertos
viven; tan gran honor, recuerdo, añoranza de los
amigos los sigue. Por esto la muerte de aquellos
parece dichosa, la vida de éstos laudable. Y si
quitaras de la naturaleza de las cosas la unión de la
benevolencia, ni casa alguna, ni ciudad podría
mantenerse en pie, ni siquiera el cultivo del campo
permanecería. Si esto se comprende menos, puede
percibirse cuán grande es la fuerza de la amistad y
de la concordia por las disensiones y por las discordias,
Pues ¿qué casa es tan estable, qué
ciudad tan firme que no pueda ser derribada desde
los cimientos por los odios y divisiones? A partir de
esto puede juzgarse cuánto bien hay en la amistad.(...)
Así pues, sanciónese esta como la primera ley de la
amistad: que pidamos de los amigos cosas honestas,
que hagamos cosas honestas a causa de los amigos,
que ni siquiera esperemos hasta que seamos
rogados; que esté presente siempre el afán, ausente
la lentitud; que osemos, ciertamente, dar consejo
libremente. Que valga muchísimo en la amistad la
autoridad de los amigos que aconsejan bien, y ésta
se emplee para amonestar no sólo abiertamente sino
también duramente, si la cosa lo pide, y se
obedezca a la autoridad admitida.
Pues opino que algunas cosas admirables agradaron
a algunos, que oigo que fueron considerados sabios
en Grecia, (pero nada hay que ellos no persigan con
sus argucias): por una parte, que las excesivas
amistades deben ser rehuidas, para que no sea
necesario que uno esté solícito por muchos; que
cada uno tiene bastante y de sobra con sus cosas
propias; que es molesto implicarse demasiado con
las otras ajenas; que es lo más cómodo tener las
riendas de la amistad lo más flojas posible, para que
o las recojas, cuando quieras, o las sueltes; que la
seguridad, en efecto, es lo principal para vivir bien,
de la que el espíritu no puede disfrutar, si uno en
cierto modo está de parto por muchos.(...)
Estas cosas tuve que decir de la amistad. Pero os
exhorto a que coloquéis de tal modo la virtud, sin la
que la amistad no puede existir, que, exceptuada
esta, nada consideréis más excelente que la amistad."
16 de febrero de 2013
Cicerón nos explica qué es la amistad
Etiquetado en :
Actualidad,
Antigua Roma
Este sitio está dedicado a la memoria de Indro Montanelli. Cualquier difusión de su contenido requiere permiso de su autor y mención a la fuente, siempre sin ánimo de lucro © 2015, Madrid.
Categorias
- Actualidad (20)
- Antigua Grecia (6)
- Antigua Roma (21)
- Arabia (1)
- Asia (8)
- Cartago (1)
- China (1)
- Documentales (12)
- II Guerra Mundial (5)
- Imperio Bizantino (6)
- Japón (6)
- Literatura y Cine (14)