28 de noviembre de 2013

La vida de Aquiles

"Canta oh diosa, la cólera del pelida Aquiles, cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos"...

Con estas palabras no solo comienza la Iliada de Homero, sino toda la cultura occidental. Aquiles fue por un lado el más famoso y distinguido de todos los héroes griegos y a su vez representaba algo mucho mayor; el arquetipo del espíritu del hombre griego, con todos su vicios y sus virtudes llevadas a su máximo exponente.Y algo que significaba tanto para la cultura griega quiere decir que significa mucho también para la nuestra, y por ende tenemos el deber de conocer y conservar la memoria del mayor guerrero que según parece anduvo por la tierra.

Robert Graves lanzó una acusación severa a sus contemporáneos diciendo que no se puede ser una persona realmente culta sin conocer en profundidad la mitología griega. No podemos estar más de acuerdo, y por ello he decidido iluminar un poco a los curiosos, pues la gran mayoría de la gente, solamente conocen unos mínimos datos de este archifamoso personaje y el resto tienen una idea errónea y sesgada por el cine o las novelas, que son estupendas para entretener pero de las que nunca nos hemos de fiar.

Aquiles era hijo de Peleo. Peleo era el rey de los mirmidones y en su juventud fue uno de los argonautas que partieron con Jasón a buscar el vellocino de oro. De esta aventura se trajo mucha fama y riquezas a casa, donde su siguiente objetivo fue formar una familia. Para ello necesitaba en primer lugar una esposa y no una cualquiera, pues Peleo se había enamorado de una ninfa, es decir una diosa inmortal, y eso la hacía una mujer difícil de conquistar. Tras mucho esfuerzo lo consiguió, y tras violarla, la desposó (en la mitología griega la violación es algo de lo más normal y raro es el que no la practica).

A la boda entre Tetis y Peleo acudieron todos los reyes y príncipes de Grecia así como los propios dioses olimpicos, y la celebración fue uno de los momentos más felices que encontramos en unos mitos repletos de tragedia y drama. Sin embargo, ni siquiera ahora se puede librar uno del destino, pues fue durante el banquete de bodas cuando la diosa de la discordia Eris, molesta por no haber sido invitada, lanzó sobre la mesa una manzana de oro "para la más bella", título que las 3 diosas más poderosas (Hera, Atenea y Afrodita) se diputaban, lo que a la postre será la ruina de Troya, pues Paris, hijo del rey Priamo, juzgó que era Afrodita la más hermosa y su premio fue la hermosa Helena.

Al poco tiempo nació Aquiles, semidios al igual que la mayoría de los héroes de la época, pero con un destino mucho mayor, pues a su madre le había sido profetizado que Aquiles tendría que elegir entre disfrutar de una vida larga y feliz pero carente de importancia o una vida efímera pero intensa, cuya gloria sería inmensa. Realmente si nos ponemos a pensarlo muy en profundidad y con la debida calma, descubriremos que de algún modo todos tenemos que tomar esa elección metafórica en algún momento de nuestra vida. Asustada, Tetis sumergió a su hijo en la laguna estigia, lo que hacía invulnerable su cuerpo a las heridas, pero al sumergirlo lo sujetó por el talón, con lo que esta parte quedó desprotegida.

Unos años después, el joven niño ya destacaba por lo impulsivo de su carácter y su valor a toda prueba, y por ello su padre lo envió a ser educado por el sabio centauro Quirón, que le enseño todas las cosas que un príncipe debía de saber y por supuesto lo instruyó en el ejercicio de las armas, que era sin duda para lo que quien se convirtió en su alumno favorito estaba más dotado.

Al volver a casa se encontró con que Ulises y compañía preguntaban por él para hacerlo embarcar hacia Troya, pero su madre se oponía a que participara en esta expedición pues conocía cual funesto sería para Aquiles, por lo que se lo llevó a la corte del rey Licomedes y allí lo escondió vestido de mujer. Sin embargo Ulises que por encima de todo era muy astuto lo descubrió y le convenció de acompañarles, aunque no sin algunas reticencias pues acababa de tener un hijo con una de las hijas de Licomedes al que llamó Neptólemo y que sería su único descendiente.

Así pues partieron todos juntos, aunque Aquiles disfrutaba sobre todo de la compañía de su amigo de la infancia Patroclo, al que conoció durante su estancia con Quirón y por el que sentía un un amor apasionado. Para los griegos las mujeres eran un mal, hermoso pero un mal, y su función era la de procrear hijos. Los hombres que se enamoraban de las mujeres estaban cometiendo una especie de vicio sobre el que pesaba algún castigo como le sucedió a Paris con Helena, pues el verdadero y puro amor solo podía existir entre hombres, entre iguales.

Al arrivar a Troya, se dedicaron durante 9 años a matar y saquear sin miramientos. Aquiles era el guerrero más temido de entre los griegos, pues era tremendamente fuerte y veloz, a la vez que amado por los dioses y cuyo ímpetu en la batalla nadie contenía. Era también un hombre de una belleza incomparable pero despiadado que mató a muchos enemigos con gran facilidad y a los que humilló de múltiples maneras. A su vez violó sin escrúpulos a varias mujeres e incluso practicó la necrofilia con el cadáver de una jefa amazona.

Pese a todo, y ya casi al final encontró su corazoncito en Políxena, una de las hijas del rey de Troya Priamo y hermana de Hector y Paris, sus mayores enemigos y defensores de la ciudad. Pese a los inconvenientes de la situación, comenzó a negociar con Príamo su matrimonio con Políxena (lo que nos hace dudar de su lealtad hacia los griegos y en especial hacia Agamenón) a cambio de pasarse al otro bando y socorrer a los troyanos en la guerra, y aunque eventos posteriores lo hicieron imposible, permaneció enamorado de ella hasta después de muerto.

El hecho que marcó un punto de inflexión en los acontecimientos fue el conflicto que tuvo con el comandante de los griegos, el rey de Micenas Agamenón. Éste le había injuriado al quedarse con una esclava que correspondía a Aquiles. Naturalmente la respuesta no se hizo esperar pues Aquiles era un hombre valeroso pero muy apasionado y el ataque de ira que tuvo fue algo desproporcionado. De este modo se negó a volver a luchar por los griegos hasta que su honor hubiese sido redimido, lo que supuso que esto sufriesen una derrota tras otra a manos de los troyanos eficazmente liderados por el príncipe Hector.

Tras algunos meses los griegos estaban desesperados y Agamenón imploraba perdón, pero Aquiles era orgulloso y no fue hasta que vio caer a su amado Patroclo que se reconcilió con los griegos y decidió retornar a la batalla con una furia desconocida hasta entonces y que incluso haría temer a los mismo dioses.

Lo primero que hizo fue vengar a su amigo muerto y por el que lloró amargamente matando a su verdugo, Héctor. Después de darle muerte humilló su cadáver paseándolo por ahí en su carro y dejándolo a la intemperie para que perros y buitres se diesen un festín, lo que para un noble griego era un sacrilegio atroz. Para recuperar el cuerpo y darle el entierro apropiado, tuvo el rey Priamo que ir hasta su tienda y rogárselo efusivamente a la vez que le ofreció numerosos presentes, lo que Aquiles aceptó.

Fue el combate con Héctor lo que selló su destino, pues no solo le proporcionaría toda la gloria que se puede alcanzar en vida, sino que le trajo el respeto de sus amigos y el odio de sus enemigos, en especial de Paris, hermano del pobre Héctor y que estaba llenó de resentimiento hacia Aquiles.

Al poco tiempo tuvo su oportunidad de matarlo, pues el dios Apolo que también lo odiaba por haber saqueado su templo, le dió a Paris su propio arco y unas flechas que jamás fallaban y el destino hizo el resto. Las flechas de Paris fueron a dieron a Aquiles en el talón que lleva su nombre y que era el único punto en el que era vulnerable. Murió y fue incinerado y llorado. Su pérdida fue un revés tremendo para el ejército griego, que jamás hubiese podido tomar Troya sin la ayuda del adolescente hijo de Aquiles Neptólemo, que acudió a vengar a su difunto padre y que fue determinante para la victoria griega.

Pese a todo, y una vez saqueada la ciudad, el fantasma de Aquiles no estaba conforme y demandó que se sacrificara a la hermosa Políxena para que pudiera tenerla con él, por lo que la pobre chica fue quemada viva y Aquiles no volvió a aparecerse dejando a los griegos en paz y a su hijo heredero de gran renombre.

Cuenta la leyenda que en el más allá, Aquiles y Helena de Troya se casaron y aun viven juntos, siendo venerados por ser los más hermosos y los mejores de entre todos los seres que existen o existirán, como el ideal de la perfeccíon.

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