Desde la anexión de isla bajo el gobierno de Claudio, Britania fue siempre una región imperial muy militarizada, siendo junto con la provincia de Siria uno de los territorios donde había una mayor concentración de tropas. No hay que ser vidente para deducir las tentaciones de los generales romanos destacados allí para hacerse con el poder en periodos turbulentos y muchos aprovecharon la oportunidad aunque solo uno ganó la partida. Por ello voy a hacer un muy sucinto resumen de los más mismos:
Clodio Albino: El primero en ser proclamado emperador por las tropas britanas, fue un hombre fuerte e inteligente y el mayor rival de Septimio Severo con quien sostuvo una dura guerra civil que ya auguraba lo que iba a ser desastrosamente común en el siglo III. Según nos confirma el brillante Goldsworty, la batalla decisiva que sostuvo con Severo en la Galia y en la que perdió la vida, fue como corroboran las fuentes, una batalla inmensa tanto por la cantidad como por la calidad de los soldados. A partir de este momento el ejército romano va a entrar en decadencia.
Carausio: Uno de los hombres más singulares. Fue el comandante romano de la flotilla del canal de la mancha. En un momento dado en medio del caos reinante al principio del gobierno de Diocleciano se colocó la púrpura y comenzó a acuñar moneda haciéndose ver como un gran héroe popular britano. A diferencia de los demás usurpadores, no intentó expandirse y se contentó con gobernar la isla e ir repeliendo agresiones. Tras unos años en el poder fue Asesinado por un colaborador suyo que a su vez le sustituyo en el cargo y que fue rápidamente eliminado por Constancio Cloro. No puedo dejar de ver similitudes entre el caso de Carausio y el de Sertorio, ambos con idéntico final aunque en épocas muy distintas.
Constantino: El único que tuvo éxito y que en verdad consiguió gobernar como emperador legítimo sobre todo el imperio romano. Tras la rebelión de Carausio, Diocleciano, viendo el peligro de las posibles usurpaciones en Britania, dividió el territorio de dos a cinco provincias con la intención de fragmentar el poder y la administración, pero como con tantas de sus medidas, estaban muy bien intencionadas y bien pensadas (en la teoría), pero su aplicación práctica era un desastre. Resultado: a su renuncia, el sistema político que ideó salto por los aires y el hijo de Constancio, Constantino, es aclamado César (luego Augusto) en York, tras lo que no tardó mucho en pasar a Galia e invadir Italia.
Magno Máximo: Responsable de la caída del emperador Graciano, abandonó la isla para poder controlar la mitad occidental del imperio, lo que consiguió efímeramente. Teodosio, el emperador de oriente acabó marchando contra él y aunque jamás tuvo el talento de su padre, sí que contaba con un tal general Estilicon, sin duda el mejor táctico de su época, que fue el verdadero artífice de la derrota de Máximo. La principal repercusión que tuvo para los britanos fue el progresivo abandono de la autoridad imperial de las necesidades de la región.
Constantino III: El último, con él termina el dominio militar romano de Britania. En 406 los germanos acaban por derrumbar el limes del Rin y ante la ineptitud de Honorio, un nuevo caudillo se alza en Britania. Lo primero que hace es dejar Prácticamente desguarnecida toda la provincia y pasa a Galia desde donde afianza su posición y combate a las distintas tribus que allí se encuentran. Es una época muy oscura y es muy triste leer como se van disolviendo los restos del ejército romano ya reducido a poco más que a bandas compuestas por germanos y mercenarios. Tras algunos pequeños éxitos, cae frente a Constancio, uno de los esbirros de Honorio. De esta partida de soldados es de donde proviene aquella imagen del dolor de los britanos por su abandono y también dan comienzo las leyendas artúricas.